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Veto: ¿sistema o excepción?. Por Rosendo Fraga

El Presidente Mauricio Macri ha utilizado por primera vez el veto para anular un proyecto de ley con aprobación en ambas cámaras del Congreso.

Visto desde el oficialismo, se trata de una demostración política exitosa, que refuerza el liderazgo político presidencial, tras varias semanas en las cuales pareció haber perdido la iniciativa política. El Presidente demuestra que va a ejercer el poder en plenitud -el veto es una prerrogativa constitucional-, que no va a ceder en sus políticas principales y que no está dispuesto a conceder demasiado en la negociación de acuerdos. Además, está enviando un mensaje a la oposición «dialoguista» de Sergio Massa, de que no es imprescindible para la gobernabilidad.

Por esta visión, es que el oficialismo deliberadamente permitió la sanción definitiva de la ley en la Cámara de Diputados. Si los 91 diputados de Cambiemos, no hubieran dado quórum el miércoles 18 de mayo, probablemente se hubiera repetido la situación de la semana anterior,  cuando el FPV, más el bloque Peronista Disidente de Bossio y los legisladores de la izquierda, reunieron 109 diputados, 18 menos que los necesarios para sesionar. Si los diputados de Cambiemos no daban quórum, los del Frente Renovador de Massa tampoco lo hubieran hecho, salvo que el FPV se hubiera encolumnado detrás de su proyecto alternativo.

Pero en el escenario poco probable que fuera así, el Senado -donde el proyecto volvía por haber sido modificado- ya no hubiera sido tratado, dado que el mismo día, se firmó el acuerdo con los Gobernadores para la devolución de la coparticipación retenida desde la privatización del sistema jubilatorio. Es que ello crea una situación política diferente a la del 27 de abril, cuando el Senado le dio media sanción por 48 a 16 votos.

Es claro que el oficialismo pudo haber trabado la sanción de la ley, ya sea impidiendo su tratamiento en Diputados o frenando su sanción en el Senado.

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Pero deliberadamente optó por permitirla para utilizar el veto, que además se ejerce sobre la totalidad del proyecto y no sólo a algunos de sus artículos como en algún momento se contempló.

De acuerdo a la interpretación que predomina en el oficialismo, el Presidente ha dado así un golpe de efecto político, mostrando tener una actitud muy diferente a la que tuvieron Alfonsín y De la Rúa, frente a las protestas sindicales y el freno en el Congreso a las iniciativas que impulsaron en su momento los gobiernos radicales para limitar el poder sindical y el modelo laboral.

Pero esta visión política de corto plazo, puede no contemplar el mediano.

Es que el gobierno acaba de tener su primera derrota parlamentaria y no ha sido menor. El proyecto «anti-despidos», fue sancionado por 48 a 16 en el Senado y por 147 a 3 en Diputados, con la abstención en este caso de 88 diputados de Cambiemos.

Ha sido la contracara de la mayor victoria política del gobierno que Macri hasta ahora: la aprobación en marzo con mayorías similares del acuerdo con los holdouts.

El gobierno ha tenido como ventaja en sus inicios la división del  Peronismo, pero este proyecto unificó por primera vez a las cinco centrales sindicales, que realizaron en conjunto la movilización de protesta del 29 de abril. Asimismo, todas las fracciones del Peronismo, votaron la ley «anti-despidos» -que el oficialismo prefiere llamar «cepo laboral»- en las dos cámaras. Ello mostró que el Peronismo unido tiene dos tercios en el Senado y está a una veintena de alcanzarlo en diputados.

Macri ha demostrado con el veto, que está en condiciones de cerrar el paso a cualquier iniciativa de la oposición en el Congreso que afecte su poder o sus políticas básicas. Pero, abre el interrogante acerca de si ahora en más, tendrá poder para impulsar sus propias iniciativas en este ámbito.

Más allá de estas dudas, que los próximos meses develarán, queda por delante la cuestión de si el primer veto es un gesto de poder político excepcional o inicia un uso sistemático de este instrumento constitucional.

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Quienes han seguido de cerca los ocho años de Macri como Jefe de Gobierno porteño, señalan que en éste ámbito utilizó el veto 131 veces a un promedio de 15 por año. Lo utilizó, aunque tenía una sólida primera minoría en la legislatura porteña -la relación de fuerzas le es más desfavorable en el Congreso de la Nación, sumado al hecho de que en varios casos, vetó leyes votadas por sus propios legisladores.

Con este antecedente, puede pensarse que este veto, inicia un camino hacia su uso más intenso como instrumento, como sucedió en el gobierno local. Pero seguramente ello derivaría en una situación de enfrentamiento entre el Ejecutivo y el Legislativo, que generaría dudas sobre la posibilidad de realizar los cambios y transformaciones que el país necesita y que Cambiemos ha sabido interpretar mejor que el FPV.

Una idea central planteada por el Presidente en los inicios de su gobierno, fue la convocatoria al «Arte del acuerdo».  Se trata de una visión fundamental para permitir la gobernabilidad, para un gobierno que sólo tiene 17 de 72 senadores, 91 de 257 diputados nacionales y 19 de 24 gobernadores.

Si la primera utilización del veto termina siendo una excepción, el Presidente lo habrá usado para fortalecer su posición en pos de ejercer lo que el ha llamado el «Arte del acuerdo». Si, en cambio, viene a ser el primero de una serie, ello implicaría que tras intentarlo ha optado por tomar otro camino.

En los próximos meses se verá si pesa más el veto o la foto del Ejecutivo acordando con los gobernadores en Córdoba, hechos que han tenido lugar con sólo dos días de diferencia.

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