Como salido de un episodio de la revolución francesa, Maduro, el hombre de estado, creador de aquella inolvidable imagen del pajarito, sorprende con una idea que en su luminosa originalidad, lleva a pensar, porqué no, en Alejandro Magno.
El tipo propuso y decretó un adelantamiento de la fecha de la Navidad, que empezaría a celebrarse de inmediato, saltando por encima del insulso mes de noviembre, distante por cierto de cualquier felicidad chavista. De esta manera el afligido pueblo venezolano, castigado por el imperialismo norteamericano, tendrá un motivo de regocijo bolivariano, sin las indignas demoras a que nos tienen acostumbrados los yanquis y el calendario.
Se trata de un anticipo de la felicidad bolivariana y no hay manera de evitar que en Venezuela el regocijo alcance por partida doble, es decir, ahora para aliviar las penas, y en diciembre para que la fiesta no se interrumpa.
El módico Robespierre venezolano, este indigente de la inteligencia, de acuerdo al informe de su correligionaria Bachelet, lleva más de siete mil asesinatos, pero le faltaba esto de la alegría por decreto, para alcanzar cierto paralelo con aquel otro sanguinario acontecimiento de 1789, donde otros atroces revolucionarios, habían impuesto más de ochenta fiestas, todas completamente absurdas con el mismo propósito: «la alegría popular».
Claro que para el neo marxismo internacional, la miseria, el hambre, los estremecedores datos de mortalidad infantil y esos miles de muertos del pueblo venezolano, dicen poco, tan poco que la mayoría de los medios del mundo ya lo han olvidado, ocultado y archivado entre la noticias sin mayor importancia.
Silencio que no es difícil advertir incluso desde el Vaticano, con sus susurros a medias y complicidades completas, cuando se refiere a los crímenes de este y los demás regímenes neo marxistas.
Sobre el tema de las fiestas por decreto, Schopenhauer se refería a ellas como “apariencias de fiesta, donde la alegría no se encuentra nunca”.
Y Rousseau, en decidido avance hacia el mayor cinismo, decía que “el objeto de las fiestas celebradas por los pueblos felices (acaso como el venezolano) es, si se quiere, ninguno”.
El nuevo desafío del régimen terrorista venezolano de intentar cambiar la esperanza cristiana, la verdadera alegría de un pueblo que espera el nacimiento de Cristo, por esta cierta nada, por esa inquietante parodia de la Navidad, deberemos anotarlo entre los muchos crímenes, de Maduro, un siniestro títere, un fantoche manipulado a designio por el narcomarxismo internacional.
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