Si hubiera una mayoría que prefiriese el cambio a la continuidad, en los próximos comicios nacionales el ganador debería ser, sin duda, Mauricio Macri, identificado con la idea de que el modelo kirchnerista se halla agotado y es necesario modificarlo de manera radical. Si, en cambio, esa mayoría se inclinase por mantener las políticas desarrolladas desde el año 2003 a la fecha, el ganador debería ser Daniel Scioli que —conforme pasan los días—se asume más y más como el principal abanderado del gobierno. Pero si la alternativa no fuese blanco o negro y correspondiese ponderar el escenario de una continuidad en ciertos aspectos y de cambio en otros, el pronóstico no resultaría tan claro. Esto sin contar que las nociones de los votantes respecto al significado y los alcances de la continuidad y el cambio no son unívocos. La equivocidad conceptual es tan grande que conviene andarse con cuidado a la hora de asociar determinada idea a un candidato y luego hacer proyecciones electorales. Está claro que aquel capaz de ponerse en sintonía fina con las preferencias de la gente, tendrá más posibilidades de triunfar. Eso lo sabe cualquiera y, por lo tanto, no requiere de mayores explicaciones. El problema —o, si se quiere, la dificultad—estriba en el margen de subjetividad de la gente.
Si casi 70 % de los encuestados a nivel país afirma que nunca votaría a un candidato kirchnerista, el gobernador de Buenos Aires debiera tener buenas razones para preocuparse. Salvo —claro—que un caudal importante de sus seguidores no lo identificase con esa tribu. Que es, precisamente, cuanto revelan los relevamientos a pocos meses de las PASO.
Si el factor determinante para evaluar pros y contras de los dos presidenciables excluyentes tuviese que ver con la capacidad de gestión, a nadie le llamaría la atención que el jefe del gobierno autónomo de la ciudad de Buenos Aires sacase ventaja sobre el gobernador bonaerense. Ello en atención a los notables avances realizados en la capital federal desde el momento en que Macri se hizo cargo de su administración. Pero las cosas no son tan lineales como parecen. Una reciente compulsa —de circulación reservada—señala que la aprobación de la labor hecha por el Proen la ciudad porteña es casi igual a la que concita la del mandatario provincial antes mencionado en Buenos Aires.
Si la adhesión del peronismo resultase la variable a tener en cuenta, Scioli dejaría atrás a Macri cómodamente. Con todo, habría que ser cauteloso en la materia porque quienes actualmente se confiesan peronistas, radicales, socialistas, conservadores —o lo que sea— no pasan de30 % del electorado.
Si Sergio Massa decidiese bajarse anticipadamente de la carrera presidencial, ello beneficiaría a Daniel Scioli en razón de que sus seguidores tendrían que elegir entre el gobernador de Buenos Aires y Mauricio Macri. En tal caso, con Massa fuera del escenario, los votosde éste migrarían en pos del FPV en virtud de sus comunes orígenes peronistas. Lanzado a correr por el jefe del Frente Renovador, el razonamiento ha sido comprado por infinidad de personas a libro cerrado.
Sin embargo, no tiene demasiada consistencia. ¿Por qué? —Porque tal como se presenta la situación, que Massa abandone la pelea antes de las PASOno va a modificar substancialmente el resultado de las elecciones. Si son ciertos los números que lo sitúan a diez puntos de sus competidores, cuanto no se produzca antes del 9 de agosto sucederá —prescindiendo de la voluntad del de Tigre—inmediatamente después de esa fecha. El día 10 nadie querrá dejar su voto deoctubre a un perdedor yel voto útilhará estragos en su arquitectura política. El enigma es cómo decantarán losvotosde Massay los de Margarita Stolbizer entre el 9 de agosto y la primera vuelta de octubre.
Si Francisco De Narváez terminase de darse cuenta de quejunto a Massa es muy difícil llegar al sillón de Dardo Rocha ypor lo tantovirase en dirección del Pro, el triunfo de Macri estaría a la vuelta de la esquina. Esto es lo que no se cansan de repetir una legión de antikirchneristas a los cuales la posibilidad de una nueva victoria del oficialismo les ha quitado el sueño. Es cierto que De Narváez mide mejor que María Eugenia Vidal,a condición de saber que Macri —a su vez—mide mejor que el Colorado. Conclusión: es posible que el eventual pase tenga ventajas, pero la inclusión en la boleta bonaerense del hombre que le ganó a Néstor Kirchner en el 2009 está lejos de resultar un as de espadas. De Narváez podría ganar la gobernación junto a Macri, aunque no le agregaría nada a la intención de voto de Macri en la disputa presidencial.
Los Si…son tan seductores como poco confiables. Sobre todo cuando se hallan asociados a supuestos implícitos.
Leer más
«Milei, La revolución que no vieron venir». Índice y bibliografía
ENTREVISTA: Nicolás Márquez y Eduardo Feinmann
Luces y sombras. Por Vicente Massot