Desde el fallo de la Sala I de la Cámara Federal en lo Penal hasta el apoyo explícito de Mauricio Macri a la candidatura de Horacio Rodríguez Larreta en desmedro de Gabriela Michetti, el kirchnerismo logró saborear algo de aire puro que hace sólo quince días no imaginaba.
Nisman fue asesinado el 17 de enero en su departamento alquilado de Puerto Madero. Tres días antes, por la mañana, había presentado una formal denuncia de encubrimiento –en supuesto grado de asociación ilícita- contra Cristina Fernández, Héctor Timerman y demás integrantes del régimen.
Por la noche decidió hacerla pública en el programa televisivo “A dos voces” sin saber que se auto-sentenciaba a la pena de muerte.
El juez Daniel Rafecas decidió no hacer lugar a la apertura de la investigación y formalización de los hechos de prueba (46) solicitados por el fiscal ajusticiado por “manos negras”.
Tras la apelación del fallo de primera instancia por parte del fiscal Pollicita, la Sala I de la Cámara Federal ofrendó al régimen su fallo mayoritario en manos de los jueces Eduardo Freiler y Jorge Ballestero al confirmar la desestimación del cambiante Rafecas (tan débil que logró ser denostado por Boudou).
Nisman pareció haber recibido el segundo balazo de gracia, aunque el fiscal de Cámara Germán Moldes prometió apelar ante el Tribunal de Casación la insípida decisión de los camaristas afectos ocultos a “justicia legítima”.
Horacio “comodoro” Verbitsky pareció haber ganado la primera mano de una larga partida de póker. Su consejo de evitar la confrontación ante el “partido judicial” del 18-F y negociar a través de Daniel Scioli pareció haber rendido sus primeros frutos.
Cierto es que la futura apelación de Moldes tendrá resultados conforme al fiscal de Casación que la reciba y, fundamentalmente, acorde a los jueces de alzada que decidan. Siempre, ante caso negativo, cabe la reserva federal ante la Corte Suprema de Justicia de la Nación.
El ciudadano de a pie deberá preguntarse qué hubiera sido de Nisman si no producía tal denuncia. Seguramente seguiría vivo realizando su vida cotidiana y Diego Lagomarsino no estaría tan confuso y dubitativo de llegar a haber pensado en quitarse la vida ante el magnicidio que nos ocupa y preocupa.
También es cierto que fue recibido con beneplácito por el régimen el apoyo explícito de Mauricio Macri –precandidato a Presidente de la Nación- a la candidatura de Horacio Rodríguez Larreta para sucederlo como Jefe de Gobierno de la ciudad de Buenos Aires en desmedro de quien hoy lidera las encuestas, la senadora nacional Gabriela Michetti.
Seguramente el líder del PRO no habrá sopesado qué sucederá en la opinión pública nacional si el 26 de abril a las 22.00 horas Michetti es consagrada en las P.A.S.O. como candidata del partido seguramente ganador en la elección general por el cambio de mando en la Capital de todos los argentinos.
Cuanto más fácil y fructífero hubiera resultado que el precandidato presidencial no se “ensuciara en el barro porteño” y hubiera mantenido su formal neutralidad ante los dos competidores de su espacio político.
Pero Macri, como todos los humanos, suele equivocarse.
Y esperamos de buena fe no pague caro el impolítico consejo de Jaime Durán Barba.
La ciudadanía espera de la “Coalición Republicana” conformada por la UCR, el PRO y la Coalición Cívica gestos y conductas superadoras de la larga noche de doce años que todos padecemos.
Del buen criterio de la oposición no kirchnerista depende –nada más y nada menos- que nuestro futuro y el de nuestros hijos.
Fuente: http://www.notiar.com.ar/
Leer más
«Milei, La revolución que no vieron venir». Índice y bibliografía
ENTREVISTA: Nicolás Márquez y Eduardo Feinmann
Luces y sombras. Por Vicente Massot