Vie. Abr 19th, 2024

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Presidencialismo degradado. Por Matías Delgadillo

Una de las principales características del régimen político argentino es el presidencialismo, a grosso modo es un sistema típico de América Latina que se ha consolidado a lo largo de la historia. En dicha vía, quien encabeza el ejecutivo es el presidente. Ahora bien, resulta esencial realizar una suerte de análisis con relación a la efectividad que ha gozado o no dicho sistema en la actualidad, dado que la República Argentina se ha encontrado sumergida en un constante bucle de caídas y auges que provocaron cierta inestabilidad e imprecisión respecto al futuro.

Por supuesto que aquí no nos centraremos en un análisis estrictamente histórico debido a que demandaría una ardua investigación, pero que en el fragor de la crisis política que atraviesa el mandato de los Fernández en este casi concluido 2021 post elecciones legislativas, observamos un fenómeno que merece un examen adecuado.

Ahora bien, entendiendo que dentro de dicho régimen presidencialista es el presidente quien ejerce gran parte del poder y la toma de decisiones, estar ante un jefe de Estado elegido a dedo por su vicepresidente ya da por entendido el daño que recibe las estructuras de autoridad y las reglas del juego dentro del país. A modo anecdótico, uno de los acontecimientos que más se puede asemejar a dicho hecho ocurrió en las elecciones cuando Arturo Frondizi —quien disputó internamente el liderazgo de la UCR contra el eterno fracasado de Ricardo Balbín— se coronó como presidente de la Nación, luego de haber acordado con Juan D. Perón para que este —desde el exilio— le compartiera sus votantes a cambio de limpiar su imagen y facilitar su regreso al país. Tras salir victorioso, Frondizi contó con una mayoría considerable en el Congreso de la Nación, empero su poder era inestable: sus votos no eran propios y la ruptura con Perón estaba a la vista, sumado a que no tenía apoyo dentro de las FFAA. Por ende, su mandato fue débil. 

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Con estos sucesos repasados, es pertinente realizar una comparación con la actualidad. La figura central dentro del kirchnerismo —y el peronismo contemporáneo— es Cristina Fernández, quien, con el afán de volver al poder en las presidenciales 2019, y entendiendo que su imagen a nivel general no es positiva, designó a un Alberto Fernández casi desconocido dentro de la opinión pública como líder de la fórmula presidencial. Si bien la metodología elegida por la presidente en funciones CFK fue efectiva, la gobernanza se tornó compleja, y ya de raíz se puede observar esto dicho. 

Actualmente nos encontramos ante un presidente debilitado y en su peor momento, pues tras la derrota que sufrieron en las elecciones legislativas observamos que un amplio porcentaje del país votó por alternativas distintas, dejando al mandato K sin quórum en el Senado y con un número contundentemente menor en Diputados. Si bien la pseudo oposición representada por Juntos por el Cambio opta por votar proyectos en conjunto con la mafia kirchnerista, empezaron a surgir nuevas alternativas opositoras como el armado de Javier Milei en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires que empezó a despertar cierto fervor en la sociedad y desesperación dentro del oficialismo. 

Por otro lado, cabe recordar la “disputa” entre Cristina F. y Alberto F. luego de la derrota en las PASO 2021, que trajo consigo la famosa carta de la vicepresidente y amenazas faranduleras de renuncia de varios ministros. Entrar en la falsa grieta de que Alberto está padeciendo las reprimendas de una perversa Cristina sería incurrir en un grave error, dado que realmente no existen distinciones entre ambos y al fin y al cabo pertenecen al mismo proyecto destructivo para el país.

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En definitiva, el Gobierno actual se encuentra ante una situación adversa, pero que de cierta manera transmite esperanzas dentro de la sociedad. Esto se da ya que el peronismo más allegado a la izquierda se encuentra en una situación de debilidad producto de una legítima desaprobación popular por el mal manejo de todos los aspectos políticos, económicos, sociales y culturales en la Argentina. Asimismo, estos hechos se reproducen en el transcurso del nacimiento de las ideas liberales dentro de una población agobiada y estresada por el falso dualismo macrismo-kirchnerismo. Queda preguntarnos: ¿Qué sucederá en los próximos dos años con esta administración política actual teniendo en cuenta la debilidad de la investidura presidencial y la poca credibilidad de la máxima autoridad ante la sociedad?