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Porqué decidí denunciar a Gerardo Morales por la muerte de Esperanza. Por Alejandra Medrano

Hasta hace dos años vivía en otro mundo; el de la publicidad y el marketing. Interactuaba con personas despreocupadas, sumergidas en un microclima desconectado de la realidad donde todos parecían estar felices.
Mi vida cambió dramáticamente en mayo de 2016 cuando usurparon mi casa, un triplex ubicado en la localidad de Rincón de Milberg, Partido de Tigre, y robaron todos mis bienes. Absolutamente todos. Ahí entré en contacto con el mundo real. Confié ciegamente en el fiscal a cargo de la investigación, Mariano Magaz, porque tenía la total y absoluta seguridad que su función era investigar el delito e individualizar a los culpables para su posterior juzgamiento.
Inicialmente la causa parecía estar bien encaminada hasta que como consecuencia de las diligencias practicadas surgió que en el robo aparecía involucrada, trasladando mis bienes, una camioneta de una empresa contratista de la Municipalidad de Tigre, Way Maker S.A., a un obrador que la misma tenía en General Pacheco, cuyo propietario está íntimamente relacionado con Sergio Massa. Allí, mis pertenencias fueron clasificadas desechándose las que no podían ser vendidas -las prendieron fuego- y, las que sí, fueron enviadas a la provincia de Córdoba donde un sujeto que está identificado se ocupó de venderlas.
La investigación penal preparatoria perdió todo impulso a partir del momento en que la contratista de la obra pública municipal aparece involucrada en los delitos investigados. Las escuchas telefónicas revelaban que el dueño de Way Maker S.A. había sido advertido de la existencia de la causa y tenía garantizada protección e impunidad. La fiscalía desdobló la causa en cuanto a los imputados requiriendo la elevación a juicio con relación a sólo uno de ellos, certificó copias y formó un nuevo expediente en el cual otro fiscal, Jorge Fitipaldi, investiga a los restantes imputados, vinculados a Way Maker S.A., que quedó totalmente parado. Sin ningún tipo de actividad cuando los autores del hecho están perfectamente individualizados. Ahí tomé conocimiento de cómo funcionan las cosas en nuestro país.
Esquemas similares se reproducen en todos los ámbitos de nuestra sociedad. El poder político encubre delincuentes, destruye instituciones, corrompe las costumbres, hace trizas los derechos y las garantías constitucionales y, lo que jamás hubiera imaginado, llega a matar personas. Lo de Esperanza fue, para mí, la gota que rebalsó el vaso. Tomé conciencia que estamos al borde del abismo. Si no reaccionamos frente a la corrupción, la impunidad, el despojo y los crímenes que comete el poder político, estamos condenados a terminar en la más completa anarquía. Y no quiero eso para mi hijo.
Por eso decidí formular la denuncia penal contra Gerardo Morales, como una reacción de una simple ciudadana que no aguanta más vivir en un país donde nos robaron la seguridad jurídica y la libertad y, ahora, van por nuestras vidas.
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