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Hay miles de personas desaparecidas, pero sólo interesa Maldonado, ¿por qué? Por Cosme Beccar Varela

Todos los días desaparecen hombres, mujeres y sobre todo adolescentes y niños en este malhadado país. «La Nación», de vez en cuando, publica avisos de «missing children», una ONG que se dedica a buscar los niños desaparecidos y otros de «personas perdidas», otra ONG, ambas con muy poco apoyo del público, que las ignora. En el mes de Agosto de este año aparecieron dos avisos en «La Nación», uno el 3 de Agosto (pag.36) de la primera ONG citada, pidiendo noticias de Gala Cancinos, de 14 años, de Cintia Tolaba, de 16 años y de Dilan Perez de un año,  y otro el 24 de Agosto (pag.36) de la segunda, averiguando el paradero de Diego Daniel Sorrentino, de 52 años, Alberto Romero, de 69 años y de Alicia Yasinelli, de 28 años, supuestamente bajo tratamiento médico, casi todos ellos desaparecidos hace meses.

Hay muchos avisos más, pero sólo he tomado el mes de Agosto de este año como una muestra de lo que quiero decir y es que a nadie le importa nada que en este país haya miles de desaparecidos sin causa conocida, sin que a la prensa, ni a los políticos, ni a la Policía, ni al buen burgués que se hamaca en sus pequeños placeres les quite un minuto de sueño, pero cuando «desaparece» un militante de izquierda como Maldonado, las lágrimas de cocodrilo de todos esos corren a raudales, y el periodismo se convierte en un activo agente de propaganda del sector ideológico interesado en crear el «caso Maldonado».

Desde hace un mes todos los medios de comunicación, inclusive los panfletos oficialistas llamados «La Nación» y «Clarín», se dedican a crear una psicosis colectiva que clama por venganza contra la Gendarmería por el único crimen de haber intentado despejar la ruta 40 de Chubut, tomada por un grupo de individuos que dicen ser de origen «mapuche» y que han cometido, en los últimos meses, más de 70 atentados contra las personas, la propiedad privada y la autoridad sin que la «Justicia» haya actuado con la energía que la gravedad del caso requiere.

«La Nación» de hoy, 5 de Septiembre, muestra una serie de fotos en las que se ve parte de lo ocurrido el famoso día en que “desapareció” Maldonado. En la primera, se ven cuatro individuos encapuchados y con palos en la mano cortando la ruta 40 de Chubut, ese 31 de Julio de este año. ¡Cuatro nada más! Con eso basta para que todo el tránsito de una ruta quede impedido. La gendarmería no aparece. En la segunda foto se ve un gendarme que, desde prudencial distancia, les pide a los cuatro maleantes de marras que dejen de tirar piedras contra los uniformados y, me imagino, contra cualquier audaz viajero que se hubiera atrevido a intentar cruzar el ridículo y delictivo corte.  La tercera foto muestra a los mismos cuatro delincuentes, a varios automóviles detenidos al costado de la ruta y a un par de gendarmes, bastante lejos todavía.  Según el diario, la pedrada «continuó durante horas» (ibidem, pag. 10, foto 3).

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La saga terminó como un cuento de hadas: el jefe de los delincuentes  autodenominados «mapuches», Fernando Huala (cuya cara europeizada en nada delata un origen indígena), sonriendo de oreja a oreja («con sorna» dice «La Nación», ibidem, pag. 11) conversa con un gendarme que tiene unos papeles en la mano, todo con la mayor tranquilidad del  mundo. En la última foto se ve a unas mujeres con un caro teléfono celular en las manos, bajo el alero de un rancho que puede ser parte de la estancia «Leleque», del grupo Benetton, tomada desde hace tiempo por los supuestos «mapuches» y frente a la cual pasa la ruta 40, cortada como he dicho, al parecer en un lugar que queda justo frente a esa estancia. O sea, los «piratas del asfalto», pretensos indigenistas, no tuvieron que molestarse en ir demasiado lejos para cometer su delito ni intentaron dificultar su identificación por la Policía, si ésta hubiera querido hacerlo.

Como señala el diario, en ningún momento interviene Maldonado en ese teatro, ni los escasos actores de reparto hicieron declaración alguna en que se lo mencione, ni la mujer que está con el moderno celular-fotográfico en la mano sacó alguna foto que revelara su presencia.

Sin embargo, la leyenda inventada por el poderoso aparato desinformante de la izquierda dice que en ese momento y en ese lugar, desapareció Maldonado luego de su intervención heroica en el corte de la ruta 40 por cuatro tipos. (¿Desapareció o se fue sin decirle a nadie adonde se iba?)

Para ponerle letra a esta música, el Centro de Estudios Legislativos y Sociales (CELS), que es la famosa secta que nos tiraniza desde atrás del escenario bajo la dirección de Verbitzky, declaró: «La violencia y la criminalización de los manifestantes buscan infundir  temor y disuadir las protestas», refiriéndose a la cariñosa y tardía intervención policial contra los comunistas que hicieron destrozos en la Plaza de Mayo durante la manifestación «para que aparezca Maldonado», describiéndola como «una cacería, (un) uso brutal de la fuerza…» («Clarin», 5/9/2017, pag. 5).

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El «uso brutal de la fuerza» consistió en tomarle declaración a treinta de los cientos de salvajes que aterrorizaron y destrozaron el centro de Buenos Aires el 1ro. de Septiembre ppdo. a los que el Juez Martinez Giorgi (uno de los jueces que heredamos del kirchnerismo) dejó libres de inmediato. Éstos se reían a carcajadas y se abrazaban al salir de la «cacería» judicial, como dando a entender que en ningún momento temieron sufrir las merecidas consecuencias de sus delitos. En la foto de la página 5 del «Clarín» del 5/9/2017 pueden verse las facciones lombrosianas de esos delincuentes impunes.

Por su parte, Macri declaró que está «colaborando con la justicia»… ¿Con qué justicia? Lo único que faltaba es que se hubiera sacado una «selfie» (como dicen los chicos) con los vándalos marxistas. También dijo: «Estamos trabajando a destajo para intentar ver qué es lo que pasó» («Clarin», 5
En cuanto a los destrozos del 1/9/2017 en Plaza de Mayo es público y notorio que dejó hacer, mostrando claramente que está al servicio de la izquierda, cada vez más audaz y peligrosa. Consta que algunos de los agitadores usaron «facas tumberas» (ibidem, pag.6), consistentes en hierros afilados de los que se usan para el hormigón armado, como puede verse en las fotos de pags. 1 y 6 del «Clarín» citado. Esas son armas mortales. Es decir, se trataba de bandas con intenciones criminales en caso de oposición y a pesar de eso, el juez los dejó libres y ni siquiera el fiscal los acusa de tentativas de homicidio, ni de intimidación pública, ni de daños a los bienes públicos y privados, ni de amenazas, ni de asociación ilícita. No se sabe cómo se caratuló el expediente que, desde luego, no conducirá a nada porque Macri, celoso custodio de la Constitución Nacional, deja que la arrastren por el suelo y la pisoteen por temor a ser acusado de «represor».

Entretanto, siguen desaparecidos Gala Cancinos, Cintia Tolaba, Dilan Perez, Diego Daniel Sorrentino,  Alberto Romero,  Alicia Yasinelli y miles de otros seres tan humanos como Maldonado,  sin que a nadie le importe nada, ni siquiera al “trabajador a destajo” que intenta intentar saber dónde está Maldonado. ¡Qué país de farsantes!

Cosme Beccar Varela