Sáb. Abr 20th, 2024

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Massa pretende arbitrar entre Macri y Scioli – Por Humberto Bonanata

Sonriente como cumpleañero soplando sus cuarenta y tres velitas y obedeciendo las órdenes de su familia política (Fernando Galmarini y Marcela Durrieu) padres de su amada Malena, Sergio Massa pretendió ignorar con la masiva movilización forzada los oscuros veinte últimos días para él en la historia política argentina.

Caída su intención de voto a más de diez puntos de diferencia con Macri y Scioli, Massa necesitaba su último esfuerzo para demostrar que “los muertos aún vivían”.

Frases contundentes, producto de laboratorio, dominaron su discurso. Pegarle a “la Cámpora”, prometer prisión para los narcos (inclusive algunos pocos  que habitan en Nordelta) y resaltar el estoicismo de los jubilados y pensionados que logran sobrevivir con tres mil ochocientos pesos mensuales, al igual que aquellos que recibieron el “premio jubilatorio” sin los años de edad y aportes requeridos legalmente, fue parte de su vacío latiguillo.

Cierto es que supo demostrar una excelente salud gastrointestinal al haber sabido digerir a sus ahijados Boudou y Bossio, denunciados por quien esto escribe en la Causa 8116/12 Juzgado Servinide Cubría, Fiscalía de Carlos Stornelli, que aún duerme el “sueño de los justos”.

También supo “tragar sapos” con apellidos tristemente célebres durante su reinado kirchnerista en la jefatura de gabinete de Ministros. Así digirió a Ricardo Jaime, Antonini Wilson y sus valijas y la causa Skanska, ya casi olvidados por la feligresía popular.

Quiso tratar de olvidar su inexistencia política en Mendoza, Santa Fe y Capital Federal. Ese “globo de ensayo” que pretendió olvidar su pasado kirchnerista no supo mentir al olvidar su pasado con Aldo Ducler y Ramón Ortega en la campaña del autopresidente Eduardo Duhalde en 1999.

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“No tenemos historia, nacimos hace dos años” gritaba ante la mezcla de clase media con bonaerense choripaneado que ocupaba el campo de juego de Vélez, con plateas semivacías.

Sólo se referenciaba al triunfo legislativo en la provincia de Buenos Aires en 2013, entonces acompañado por el PRO y muchos intendentes poderosos como Gustavo Posse que ya no conforman su espacio y Jesús Cariglino que se aleja de la órbita massista día a día.

Para Massa “su historia” comenzó hace dos años. El pasado lo condena ante los memoriosos, que lamentablemente no son muchos.

Quiere jugar con De la Sota, quien el 5 de julio enfrentará una dura batalla en Córdoba contra la UCR y el PRO (Aguad-Baldassi), acompañados por el senador nacional Luís Juez.

La decisión del kirchnerismo de potenciar la candidatura del Intendente de Villa María –Eduardo Accastello- como candidato a gobernador con el cómico popular “Cacho” Buenaventura como vice no sólo le restará votos a Juan Schiaretti –caballo del comisario De la Sota- sino que abrirá caminos a la victoria de Aguad, Sanz y Macri.

Massa acordó con De la Sota, a espaldas “del Adolfo” Rodríguez Sáa competir en las P.A.S.O. en las presidenciales del 5 de agosto. Una eventual derrota en Córdoba volvería a debilitar la ambición de este joven tigrense que aún parece no haber encontrado medida.

Quizás, un mes antes de las primarias presidenciales y ante el constante repiqueteo de las derrotas, sepa ubicar su espacio en la gobernación bonaerense que ayudaría a desterrar cívicamente estos  doce años y medio del período más oscuro de la historia democrática argentina.

La soberbia no sólo es mala consejera sino que puede ser cómplice del continuismo kirchnerista.

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Fuente: http://www.notiar.com.ar/