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Macron admite que los extranjeros cometen la mitad de los delitos en París. Por Carlos Esteban

No se puede tapar el sol con un dedo, como tampoco se pueden seguir haciendo equilibrios con las estadísticas para ocultar por más tiempo a los europeos una realidad que viven -sufren- en sus carnes: la política de anegar el Viejo Continente con poblaciones procedentes de lugares física y culturalmente remotos es un desastre en casi todos los sentidos imaginables.

La mala noticia es que no van a parar; la buena, que ya empiezan a reconocerlo. El presidente francés, Emmanuel Macron, admite ya que la mitad de los crímenes cometidos en París son obra de extranjeros. Así lo ha hecho durante una entrevista ayer en el canal de televisión France 2 .

“Sí, cuando observamos la delincuencia en París, podemos ver que la mitad de los actos delictivos provienen de extranjeros en situación irregular o en espera de aprobación de asilo”, dijo Macron.

Sin embargo, Macron también dijo que, a pesar del problema de la inmigración y la inseguridad, no ve un vínculo “existencial” entre los dos. “Nunca estableceré un vínculo existencial entre inmigración e inseguridad”, dijo Macron, apenas diez días después del asesinato de Lola, de 12 años, violada, degollada y metida en una maleta por una migrante argelina que estaba en el país ilegalmente.

Estamos acostumbrados a que los medios entierren en páginas interiores y espacios informativos marginales este goteo de crímenes insólitos, siempre con los mismos perpetradores y las mismas víctimas en cuanto a colectivos, pero lo especialmente abominable del asesinato de la niña Lola ha indignado a los franceses y asustado a los europeos, y el gobierno no ha podido ponerse de perfil en esta ocasión.

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Varios políticos de la oposición le hacen indirectamente culpable del asesinato, apuntando a su pésimo historial de deportaciones. Macron prometió en 2020 que aspiraba a alcanzar una tasa de deportación del 100%. Hoy está en el 6%, y en el 0,2% en el caso de los argelinos.

Pero frente al viento y la marea de la ira popular, Macron está impulsando un plan para enviar más inmigrantes al campo, una medida abrumadoramente rechazada por la población rural, que teme verse desbordada y ‘cancelada’ por la invasión. También dijo en febrero de este año que la migración desde África y Medio Oriente “ puede hacer más grande a Francia”. ¿Más grande? Quizá, pero mucho menos francesa.

Además de la inflación y el creciente malestar, el tema de la inmigración está poniendo a la opinión política en contra del líder francés. Como en el pasado, como después de la decapitación del profesor de historia francés Samuel Paty por un adolescente islamista checheno, Macron ha presentado una serie de «reformas» para calmar la ira pública, pero muchas de las propuestas nunca se aplicaron o han hecho poco para interrumpir los problemas de Francia con la inseguridad, incluido un aumento del 91 por ciento en los asesinatos desde 2000.

Esta vez, Macron afirma que quiere una “reforma profunda” y un “debate en el Parlamento sobre inmigración”. “Debemos reformar nuestras leyes en profundidad para poder acoger mejor a quienes queremos acoger”, dijo durante la entrevista de Europa 2.

Pero el hecho de que haya reconocido que los inmigrantes ilegales o los inmigrantes en espera de asilo son responsables de la mitad de los delitos en París va a misa. El recientemente jubilado jefe de policía de París, Didier Lallement, publicó este mes un libro en el que afirma que “uno de cada dos delitos es cometido por un extranjero, que a menudo se encuentra ilegalmente en el país… Está claro que algunos de los recién llegados se están integrando a través de la delincuencia”.

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Tampoco está claro cuál es el desglose racial y étnico de las estadísticas criminales en Francia, ya que hay muchos ciudadanos franceses de “origen extranjero” que no se cuentan como extranjeros porque han obtenido la ciudadanía. Francia no conserva datos sobre la identidad étnica o racial de los sospechosos. Sin embargo, en otras ciudades, como Marsella, el 55 por ciento de todos los delitos son cometidos por extranjeros, una tasa incluso superior a la de París, lo que ilustra que se trata de un problema nacional.

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