Jue. Abr 18th, 2024

Prensa Republicana

Con las ideas derechas

Los primeros frutos. Por Vicente Massot

Una victoria electoral de tamaña resonancia —que, casi con seguridad, se ampliará en los próximos comicios del mes de octubre— no podía carecer de consecuencias inmediatas. Hubiese sido ridículo suponer, con base en un fundamento serio, que las mismas se producirían en el campo económico o social. Falta todavía mucho tiempo para que las tan mencionadas reformas de carácter estructural siquiera puedan plantearse. No, las novedades no se harían sentir por ese lado.

En cambio, sí era pertinente imaginar que en el ámbito judicial el triunfo de Cambiemos hiciese ruido. Nada sucedería entre los jueces hasta hacerse público el resultado que arrojasen las urnas. Pero, una vez conocidos los porcentajes de votos en la crítica provincia de Buenos Aires, los escenarios que se abrían eran dos: si la ganadora resultaba Cristina Kirchner, doble contra sencillo que los planes gubernamentales de suspender al magistrado de la Sala 3 de la Cámara Federal, Eduardo Freiler, quedarían en el aire, cajoneados por quienes siempre, antes mde decidir alguna cuestión de trascendencia social, no consultan los códigos —como sería de esperar en un país con instituciones consolidadas— sino que miran de reojo la relación de fuerzas políticas, y actúan en consecuencia. Si, inversamente, el ganador fuese Mauricio Macri, el panorama iba a ser otro, bien distinto.

Como nadie necesitó esperar al 22 de octubre para determinar quién se llevaría las palmas y quién debería retirarse compungido a cuarteles de invierno, la primera manifestación favorable al oficialismo se produjo en un lapso récord. Cuánto había fracasado hace menos de un mes, se transformó en realidad en menos de lo que canta un gallo. Freiler fue suspendido de una manera que solo halla explicación si el análisis del caso se realiza con base en el ejercicio del poder. El presidente no obró en esta circunstancia ateniéndose a lo políticamente correcto —como acostumbra hacer el Pro— sino que no perdió un segundo y, con la ayuda de la Corte Suprema, sacó provecho de una mayoría pasajera en el Consejo de la Magistratura —de tan sólo tres horas. La maniobra, hecha con un manejo de los tiempos perfecto, le dio lo que deseaba.

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En Comodoro Py —donde encontrar un juez federal probo es una empresa tan ardua como hallar en medio del campo un mirlo blanco— la suspensión de uno de sus pares de
renombre obró el efecto de una bomba. Más de uno de ellos había creído que los candidatos de Unión Ciudadana se impondrían con cierta comodidad en el territorio bonaerense. Ello automáticamente hubiera frenado la embestida contra Freiler y otros de similar o mayor envergadura. Inclusive no faltaron quienes imaginaron que la flamante corporación de jueces federales le haría pensar dos veces al gobierno antes de avanzar en dirección opuesta a la que ellos desean.

Pero las caras largas de algunos y los ánimos beligerantes de otros no pasaron a mayores. Dóciles antes la evidencia de las urnas, a partir del lunes 14 de este mes están dispuestos a colaborar activamente con una administración que tiene decidido, de aquí a fin de año, a dar una señal clara de autoridad y trasparentar —por si faltasen pruebas— su voluntad de seguir adelante en la materia.

Cualquiera puede darse cuenta de a dónde apuntará. Con anterioridad al comicio substanciado hace apenas diez días, había fijado su atención en el camarista recientemente suspendido; en la procuradora general, Alejandra Gils Carbó, y en el ex–ministro Julio de Vido. Sus intentos habían terminado todos, sin excepción, en la nada. Si el 31 del presente mes el juez Julián Ercolini, luego de la indagatoria a la que deberá someterse la jefa de los fiscales, decide procesarla, quedará expedito el camino para su remoción del cargo que ocupa. Los 2/3 del Senado que habrían sido imposibles de lograr con un resultado adverso en las elecciones, en diciembre estarán al alcance de la mano. A Julio de Vido le convendría poner también las barbas en remojo. Para él no se avecinan meses placenteros, y si por un instante —ciertamente fugaz— consideró que estaba a cubierto de toda inclemencia, pronto se dará cuenta de que, muy pronto, la votación favorable que le evitó perder los fueros valdrá poco y nada.

Tal cual se presenta el panorama, cabría sostener que Mauricio Macri ha conseguido un espacio de maniobra superior al de diciembre del año 2015 para desenvolver su plan de gobierno. El resultado electoral —descontado el triunfo de Cambiemos, en octubre, en las provincias de Buenos Aires y de Santa Fe— lo ha dejado al presidente más fuerte que nunca y, al mismo tiempo, ha puesto en evidencia que el peronismo es un rey desnudo. Con la siguiente particularidad: no se necesita una voz esclarecida, como en la fábula famosa, para que todos nos demos cuenta del fenómeno. No está herido de muerte, pero la mayoría de sus jefecillos —que son legión— piensan y reconocen —en voz baja claro— que las posibilidades de retornar a la Casa Rosada en 2019 ya no dependen de ellos. Si Macri no se equivoca, tiene la reelección
asegurada.

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Este es el dato de mayor importancia que arrojaron los comicios pasados: un movimiento justicialista balcanizado, sin unidad ninguna, con todas sus principales figuras derrotadas y sin saber qué hacer en medio del desierto en el que se encuentra. Los peronistas no desaparecerán de la escena. Su drama no es la posibilidad de que algo así les suceda. No seguirán la suerte del partido Socialista Independiente, del conservadorismo o de la UCRI. Básicamente en razón de sus votantes, cuyo peso específico sería tonto desconocer. Lo que los condena a permanecer en el llano, lejos del poder, es la falta de un jefe. Sin el conductor —llámese Perón, Menem o Kirchner— el movimiento desfallece, se astilla, pierde sentido de la realidad y se atomiza.

Esto le otorga a Mauricio Macri, al margen de lo expresado antes, otra posibilidad concreta, en sintonía con lo que ha sido el caballito de batalla de Emilio Monzó ante un gabinete que no ha querido o sabido escucharlo: ganarse a parte de los seguidores de Juan Domingo Perón. Pudo hacerlo Macri luego de su victoria a expensas de Daniel Scioli y del kirchnerismo hace dos años. La puerta para acometer esa empresa se le ha vuelto a abrir. Algo que nunca se le presentó como opción concreta a Raúl Alfonsín o a Fernando De la Rua.