Vie. Abr 19th, 2024

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Los cincuenta días de Macri. Por Rosendo Fraga.

A cincuenta días de la gestión de Mauricio Macri, se ratifica que  tiene dos oportunidades históricas. La primera es que su gobierno se transforme en un cambio de época, al estilo de lo sucedido con la llegada de Yrigoyen al poder en 1916 y la de Perón en 1946, dando origen a un nuevo sistema de partidos. Ello se confirmará si las elecciones de 2017 y 2019 muestran que se ha constituido un nuevo bipartidismo, en el cual uno de los ejes de la política argentina pase a ser el PRO, una fuerza que pone eje en la gestión y el crecimiento, y el otro seguramente será el Peronismo, con sus propuestas más centradas en la distribución y con un esquema de alternativas entre una opción de centroderecha -aunque el marketing del PRO niegue esta adscripción- y otra de centroizquierda, como suele suceder en las democracias estables. La segunda oportunidad histórica es que su victoria electoral sea el inicio de un cambio de ciclo en la región, donde desde el triunfo de Chávez en 1998 y el de Lula en 2002 predominaron los gobiernos de centroizquierda. El referéndum que tendrá lugar en Bolivia el próximo 19 de febrero, la elección presidencial en Perú el 13 de abril, el éxito que tenga la oposición venezolana en los próximos meses y el resultado de las elecciones municipales de Brasil en octubre, serán hitos políticos que durante el año y mostrarán en qué medida este giro se concretará o no en América del Sur.

En los cincuenta días de gobierno que lleva, Macri mostró y ejecutó un cambio drástico en política exterior y una reorientación clara en la política económica, además de acciones en diversas áreas. La posición de Macri frente a Venezuela y su presencia en el Foro de Davos son manifestaciones de la primera, mientras que el levantamiento del cepo, el inicio de negociaciones con los holdouts, la recomposición de las relaciones con el campo y el aumento de las tarifas eléctricas han sido consecuencia de la segunda. En política interna planteó como idea central el «arte del acuerdo» y su ministro del Interior ha establecido buen diálogo con los gobernadores. Se ha desarticulado con bastante éxito la política de medios del Kirchnerismo (disolución del AFSCA y AFTIC) y se ha dado un nuevo enfoque en política cultural. Dos de sus gobernadores han tenido éxitos políticos: en Buenos Aires Vidal logró en menos de cuarenta días una coalición permanente con Massa para articular la mayoría que no tiene en las dos cámaras: tras dividir al Peronismo, obtuvo los dos tercios necesarios para que le aprueben el endeudamiento. En Jujuy, Morales detuvo a Milagro Sala e inició la desarticulación del poder kirchnerista en la calle. Se han removido conducciones en organismos claves del estado como el Banco Central, la UIF (investiga el lavado y el financiamiento del terrorismo) y la Inspección General de Personas Jurídicas entre otros, así como las cesantías de designaciones recientes en el gobierno nacional y los gobiernos provinciales y municipales. No es un mal balance en términos de cambio y gestión para cincuenta días de gobierno.

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Pero también se han evidenciado falencias que el gobierno debe comenzar a corregir, antes que el consenso inicial que tiene en la opinión pública comience a disminuir. La primera está en el campo institucional: la designación por decreto de dos miembros de la Suprema Corte. Más allá de la discusión constitucional sobre si puede hacerlo o no, lo concretó es que no lo logró, al postergar el máximo tribunal su juramento y manifestar la oposición en el Senado que, de jurar sin acuerdo, no lo obtendrían más. En esta misma línea está la demora en articular una coalición parlamentaria que le permita el funcionamiento del Congreso, lo que, a diferencia de la celeridad con la cual la logró la gobernadora bonaerense, se demora en el ámbito nacional. Tampoco han sido designados los presidentes de las comisiones de las dos cámaras ni se ha designado el Presidente de la Comisión de Trámite Legal Parlamentario que convalida los DNU. El envío al Senado de las propuestas para cubrir las vacantes de la Corte implica que Macri ha iniciado el camino para corregir esta situación. La segunda falencia está en la gestión y es la falta de una idea clara en política de seguridad. La «triple fuga» si bien puso en evidencia problemas heredados, como el propio Macri dijo públicamente, también manifestó errores, falta de coordinación y de «profesionalismo». Que a cincuenta días de gobierno las cárceles federales y bonaerenses sigan a cargo de funcionarios kirchneristas, cuando el mismo gobierno las señala como un área crítica, resulta por lo menos incoherente. Por último, se evidencia cierta tendencia a seguir manejando la comunicación como si continuara la campaña electoral y sin asumir que ahora se está gobernando. Es cierto que la imagen puede valer más que mil palabras, pero también que cuando se gobierna, tarde o temprano, se impone la realidad.

Hacia el futuro, la relación entre el gobierno nacional y los gobernadores y la división del Peronismo serán la clave de la gobernabilidad en lo político y lo institucional. Al cumplirse cincuenta días de gobierno, Macri parece estar asumiendo que esto es así. El 1 de marzo se inician las sesiones ordinarias del Congreso y sin una coalición parlamentaria como la gestada por Vidal en la provincia de Buenos Aires, las dificultades políticas comenzarán. En el Senado, Cambiemos tiene sólo 17 de 72 senadores; si sumara los 10 del Peronismo Disidente, todavía faltarían otros 10 para la mayoría de mitad más uno, dado que el FPV y sus aliados son 43. Cuando los gobernadores opositores comenzaban a dialogar con el gobierno nacional para recibir asistencia financiera -que la requieren casi todos y ya la han recibido 7-, el DNU de Macri que incrementó en 170% la cuota de coparticipación de la Ciudad de Buenos Aires para financiar el traspaso de la Policía Federal al distrito -a costa de los recursos de las demás provincias-, generó un enfrentamiento con las 17 provincias no gobernadas por el oficialismo. Pero a diferencia de Cristina, Macri no «redobla la apuesta» en los conflictos y decidió corregir la decisión, reestableciéndose el diálogo. En la Cámara de Diputados, Cambiemos tiene sólo un tercio de ella. Con el interbloque del Peronismo Disidente que preside Sergio Massa puede tener mayoría, pero la idea del Presidente no es hacer una alianza parlamentaria permanente como se hizo en la provincia de Buenos Aires, sino darle el rol de «opositor dialoguista» como lo hizo en el Foro de Davos, y negociar en el Congreso ley por ley.

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En conclusión: a cincuenta días del inicio del gobierno de Macri, sus dos oportunidades históricas son en lo interno dar origen a un nuevo bipartidismo y en lo externo iniciar un giro político en la región; ha tenido una gestión intensa y eficaz, reorientando con eficacia tanto la política exterior como la económica y desmontando con éxito parte de la estructura de poder del Kirchnerismo; sus falencias han aparecido en el intento de designar jueces de la Corte por decreto, la demora en articular una coalición parlamentaria y la tendencia a seguir dando prioridad a la imagen como durante la campaña, pero ha comenzado a corregirlas con el envío de los pliegos de sus candidatos al Senado y la clave de su éxito político estará en la capacidad de acordar con los gobernadores y beneficiarse de la división del Peronismo, algo que debe hacer rápidamente.

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