Donald J. Trump no pierde el tiempo. Unos segundos le bastaron para jurar sobre los Evangelios. Diecisiete minutos le fueron suficientes para dirigirse a la sociedad que lo eligió. Poco más tarde estaría firmando los decretos que pondrían en funciones a sus ministros y tomando su primera medida concreta como presidente. Sí, antes de la gala oficial de esa misma noche. Nada le importó que era viernes, refutando con hechos la holgazanería cultural que azota Occidente. Nada de «casual friday» ni estupideces similares. Mucho menos le importó que era ese su primer día de gobierno, y tal vez, precisamente por eso mismo, Trump eliminó del sitio oficial de la Casa Blanca toda mención al «cambio climático», mascarón de proa del marxismo cultural, ariete del estancamiento económico, el aborto y la anticoncepción (estos últimos englobados frecuentemente con el eufemismo de «control de la población»).
Barrack Obama había hecho del «cambio climático» (neologismo inventado ante la imposibilidad de probar la realidad del «calentamiento global» -si hasta los canales de Venecia se congelaron este año!), parte integral de su política energética, produciendo documentos, regulaciones y acuerdos internacionales. Sus planes estaban consignados, como corresponde, en el sitio de la Casa Blanca. Desde ayer, https://www.whitehouse.gov/energy/climate-change, apartado en dónde Obama había recopilado toda su política relacionada con el tema, ha sido borrado.
Similar suerte ha corrido todo otro documento relacionado. Desde el «Reporte de Impacto» [del cambio climático] ubicado en https://www.whitehouse.gov/…/climate-impacts-report.pdf,
hasta la propaganda de «gestión» que sobre el tema hacía el ex-presidente https://www.whitehouse.gov/president-obama-climate-action. Todo eliminado.
El lector interesado podrá verificar por sí mismo la medida tomada, buscando dentro del sitio de la Casa Blanca el término de marras aquí.
Con Trump, el «cambio climático» no es más una política de estado. Sólo con esto, un lastre interminable de regulaciones y costos desaparece de la economía. Con esto, empieza a caer la delirante y asesina narrativa del control poblacional. Estados Unidos y el mundo ya lo agradecen.
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