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La participación de hombres en competiciones femeninas y sus efectos devastadores sobre la carrera de las deportistas. Por Fernando Beltrán

El año pasado, el deporte femenino en EEUU estuvo marcado por el caso Lia Thomas, un nadador que compitió con el nombre de Will Thomas hasta 2019, momento en el que comenzó un proceso de cambio de sexo. Cumplido el año de tratamiento de inhibición de la testoterona que exige la liga universitaria en estos casos, Thomas pudo participar sin limitaciones en las pruebas femeninas.

Sus aplastantes victorias contra sus contrincantes femeninas ―cuando competía en las masculinas sus resultados eran mediocres― generaron una polémica mundial, con afamadas nadadoras poniendo el grito en el cielo cada vez que Thomas ganaba una carrera.

Una de las atletas que se vieron perjudicadas con la irrupción de Thomas en el deporte femenino, Riley Gaines –12 veces campeona de la NCAA y cinco veces del SEC Championship–, rompió a llorar hace pocos días recordando el campeonato contra Thomas ante la audiencia del subcomité de Educación Superior de la Cámara de Delegados de Virginia, a la que acudió para apoyar un proyecto de ley de igualdad en el deporte femenino.

Gaines, una de las nadadoras más rápidas de 200 mariposa del país, recordó en su testimonio como el 17 de marzo de 2022, sus compañeras de equipo y ella fueron «obligadas» a competir contra «un hombre biológico llamado Lia Thomas».

«Vimos desde fuera de la piscina cómo Thomas ganó un título nacional en el estilo libre de 500 yardas venciendo a las atletas femeninas más impresionantes y exitosas del país, incluidas atletas olímpicas y poseedoras de récords estadounidenses. Sólo un año antes, Thomas, en el mejor de los casos, estaba clasificado alrededor del puesto 400 en la categoría masculina», afirmó Gaines.

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Al día siguiente, Thomas y ella compitieron en los 200 libres, carrera que acabó en empate: «terminamos exactamente el mismo tiempo hasta las centésimas de segundo». Sin embargo, como sólo había un trofeo, la NCAA le dijo a Gaines que iba a ir «a casa con las manos vacías» y ese trofeo fue para Thomas. «Me quedé sorprendida, me sentí traicionada y menospreciada», lamentó la nadadora.

«Mis sentimientos no importaban. Lo que le importaba a la NCAA eran los sentimientos de un hombre biológico», continuó Gaines, que recordó cómo en 1972 el Congreso estadounidense promulgó una legislación para poner fin a la «discriminación sexual», pero al permitir a Thomas «apartar a las atletas femeninas de la piscina y del podio», dijo Gaines, «la NCAA discriminó intencional y explícitamente por motivos de sexo». «Aunque la NCAA afirmó actuar en nombre de la inclusión, sus políticas, de hecho, excluyeron a las atletas femeninas», señaló la atleta estadounidense.

«Pero eso no es todo, además de ser obligadas a renunciar a nuestros premios, nuestros títulos y nuestras oportunidades, la NCAA obligó a las nadadoras a compartir el vestuario con Thomas, un hombre de 22 años, de 1,90 metros y con los genitales masculinos completamente intactos», denunció la nadadora entre sollozos.

«Permítanme ser clara: no se nos advirtió, no nos pidieron nuestro consentimiento, no dimos nuestro consentimiento», indicó Gaines. La atleta norteamericana dijo que espera que esto se vea como una «violación» de la privacidad de las atletas y que se sepa que algunas de ellas se sintieron «incómodas, avergonzadas e incluso traumatizadas por esta experiencia».

Gaines afirmó que podía dar fe de las «lágrimas» que vertieron en la piscina las «pobres finalistas» que quedaron fuera por un puesto al participar un hombre, y aseguró que dentro del vestuario se vivió una incomodida extrema «cuando te das la vuelta y hay un hombre mirándote desnudarte mientras él se desviste»

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Gaines terminó diciendo que, desgraciadamente, la experiencia que vivieron no es una excepción, sino que el número de atletas a las que «se les han negado oportunidades», «traumatizado» o «herido» por políticas «que dicen promover la inclusión», está creciendo a un «ritmo alarmante en todo el país». «Es simplemente inaceptable y la integridad del deporte femenino se ha perdido», finalizó Gaines.

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