Vie. Mar 29th, 2024

Prensa Republicana

Con las ideas derechas

La nueva normalidad latinoamericana. Por María Zaldívar

Latinoamérica no es solamente ese lote de salvajes que incendia autobuses, destruye propiedad pública, insulta a las fuerzas policiales y pisotea la ley en sus manifestaciones violentas.

También hay una gruesa y silenciosa proporción de ciudadanos que trata de resistir la caída hacia la izquierda, que sostiene y defiende con enorme esfuerzo valores y tradiciones, que considera innegociables la vida y la libertad porque son columna vertebral de toda construcción social civilizada.

La tragedia latinoamericana no son los depredadores, que existen en todas las latitudes, sino la ausencia de gladiadores que luchen contra ellos. El “buenismo” que ejercitan quienes se describen políticamente de “centro” sumado a la cobardía de los que se niegan a reconocerse “de derechas” permite que los vándalos tiren del mantel hacia la izquierda más radical sabiendo que nadie les pondrá freno.

Ese es el drama de la América del Sur. Porque las sociedades no eligen las alternativas sino entre las alternativas que la realidad les ofrece. Y cuando hubo ventanas de oportunidad, la ciudadanía sudamericana acompañó esas otras ofertas. Por eso es injusto y es falaz culpar a las sociedades de elegir mal. El margen de maniobra del votante está reducido a la dirigencia que se propone en cada elección y a que esa dirigencia cumpla sus promesas electorales. Los chilenos depositaron su expectativa de cambio en Sebastián Piñera, los argentinos en Mauricio Macri, los colombianos en Iván Duque, los ecuatorianos en Guillermo Lasso y los uruguayos en Luis Lacalle PouY en todos los casos, la tibieza de sus políticas signaron el fracaso de sus respectivas administraciones.

La involución general y la destrucción del progreso obtenido por Chile a lo largo de las últimas décadas están prácticamente garantizadas

Por estos días Perú encara hacia el abismo. De la mano del candidato castrista Pedro Castillo en poco tiempo no serán Venezuela, como señalan muchos analistas, sino Corea del Norte.

El derrotero que lleva Chile tampoco luce auspicioso porque los convencionales que representan las variantes de izquierda, “caviar” y furibunda, son mayoría. La constitución que verá la luz en unos meses va a replantear el papel del Estado (que se había mantenido reducido, a pesar de los gobiernos socialistas). Eso en el plano económico; pero como el enemigo del Siglo XXI viene enancado en las reformas sociales, el reconocimiento de bancas legislativas para pueblos originarios y la paridad de género más todo el rollo feminazi serán el marco de la política chilena que viene, donde se reclama con enojo mayor participación femenina en la vida política en el país que tuvo una mujer presidente durante ocho años en lo que va del siglo. La involución general y la destrucción del progreso obtenido por Chile a lo largo de las últimas décadas están prácticamente garantizadas.

El largo camino recorrido por Álvaro Uribe para liberarla del flagelo del narcotráfico ha sido exitosamente desmantelado

El presidente Duque es otra expresión de lo que no hay que hacer para instalar políticas de largo plazo, o sea ceder en aras de una falaz conciliación. Porque como decimos los argentinos, para bailar el tango se necesitan dos y quienes están dispuestos a subvertir el orden no aportan su cuota, o sea que en esos casos no hay dos que bailen. Ellos solo toman, aprovechan la debilidad del adversario y avanzan. El reciente atentado al helicóptero en el que se desplazaba Iván Duque es una muestra gratis del espíritu que anima a sus enemigos políticos. Todo indica que para Colombia ya es tarde. El largo camino recorrido por Álvaro Uribe para liberarla del flagelo del narcotráfico ha sido exitosamente desmantelado.

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El buenismo de Lasso y de Lacalle Pou permiten diagnosticar naufragios similares. El embate, siempre cultural como dijimos que es el plano en el que se desarrollan los enfrentamientos de este siglo, los tienen acorralados porque cometieron el error del hombre light: han cedido.

Probablemente el caso Macri en Argentina sea el fracaso más exitoso del continente. Se trató de un individuo poco fogueado en las grandes ligas de la política, con pasado futbolero, alto nivel de rechazo en las clases media y baja, poco carisma, menos condiciones empáticas que, así y todo, logró ser elegido para ejercer la primera magistratura del país.

Un impecable trabajo de marketing lo convirtió en ganador indiscutible de elecciones. Eso y las circunstancias, que hicieron el resto: una población harta del poder político ejercido a los cachetazos, con malos modos, agresividad, peleas, adoctrinamiento, robo descarado, ineptos a destajo, banalidad, venalidad y una conductora que consiguió el rechazo de propios ajenos y que desembocó en la división del peronismo. Ese hecho histórico y coyunturalmente valiosísimo, posibilitó la victoria de Mauricio Macri en la elección presidencial de 2015. Cabe recordar que la Argentina tiene un sistema de ballotage y que en la primera vuelta el peronismo se alzó con el primer lugar y que en la segunda Macri consiguió arañar apenas un punto más que el candidato kirchnerista. El apoyo del peronismo enfrentado a la entonces presidente Cristina Kirchner le dio la ajustada victoria.

Macri no quiso enfrentar a la casta política y evitó la imperiosa reforma del estado obeso y despilfarrador.

Los hechos demuestran que el marketing sirve para ganar elecciones pero no para gobernar. Después de doce años de kirchnerismo estaba todo mal pero si algo necesitaba la Argentina con desesperación era reducir la perniciosa influencia del peronismo, por lo que el mandato de oro de Macri era mantenerlo dividido. Y casi lo único que hizo en concreto, fue despreciar el acercamiento de los grupos díscolos que negaban el liderazgo de Kirchner y La Cámpora, el selecto equipo de preferidos comandado por su hijo Máximo. La posteridad recordará a Mauricio Macri como el que los volvió a reunir.

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Ahora, todo está como era entonces. El sueño de treparse al mundo quedó en eso, en sueños por tibieza y por falta de convicciones para encarar la batalla por las ideas correctas. Mauricio Macri no quiso enfrentar a los piqueteros y les entregó el control de la calle; no quiso enfrentar al kirchnerismo y puso tolerancia infinita no solo en el ámbito legislativo sino que mantuvo infinidad de funcionarios K en la órbita del poder ejecutivo; no quiso enfrentar a la justicia corrupta y habilitó el retiro de los jueces cuestionados evitándoles el mecanismo del juicio político; no quiso enfrentar a las feminazis y les facilitó la legalización del aborto; no quiso enfrentar a los sindicatos y mantuvo sus privilegios empezando por el más aberrante: el monopolio gremial y la obligación de los trabajadores a afiliarse para poder trabajar. No quiso enfrentar a los militantes de izquierda disfrazados de movimientos de derechos humanos y mantuvo intacta la persecución a quienes habían luchado la guerra antisubversiva. No quiso enfrentar a la casta política y evitó la imperiosa reforma del estado obeso y despilfarrador.

Esos espacios centristas tuvieron su oportunidad y defraudaron. Urge la aparición de figuras que se atrevan a representar a esos millones de ciudadanos anónimos que siguen esperando del estado menos y no más populismo.

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