Vie. Abr 19th, 2024

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La negociación con Griesa y el procesamiento de Boudou redefinirían el escenario político – Por Carlos Tórtora

En los próximos 30 días el gobierno deberá afrontar la tormenta judicial más peligrosa de los tres mandatos presidenciales kirchneristas. La razonable decisión presidencial de negociar con los holdouts anunciada anteayer en Rosario apenas le pone un piso de racionalidad a la crisis. Pero la solicitada publicada ayer por el gobierno argentino bajo el título “Argentina quiere continuar pagando sus deudas pero no lo dejan”, demuestra que la Casa Rosada negociará el pago a NML y demás holdouts continuando con su doble mensaje de agresión a los fondos buitre. Pero lo más grave es que el texto redobla las anteriores agresiones al juez Thomas Griesa, al afirmar que “el fallo busca poner en una situación delicada a la Argentina”. Es obvio que la Casa Rosada, ante el riesgo de un inmediato default, acepta negociar el pago pero simulando que en realidad se trata de una negociación abierta y no de una simple ejecución de una sentencia en la que queda muy poco para discutir.

Daría la impresión de que los representantes del gobierno intentan continuar con su habitual estrategia de ganar tiempo, pero la diferencia es que ahora el reloj les corre en contra. En realidad nadie pudo hasta ahora explicar cómo se evitará el riesgo de que los bonistas que entraron al canje exijan las mismas condiciones de pago que recibirá el grupo de Singer y otros. También crecen los riesgos de embargos, ya que la medida cautelar que los impedía esta levantada y es casi imposible que esto se revea. En las filas de la oposición se hacen además cálculos acerca de cuánto tiempo tardarían el resto de los acreedores que no entraron en la reestructuración de la deuda en obtener fallos similares al de Singer. Estos reclamos por 15.000 millones de dólares que estarían en juego prácticamente caerían sobre la etapa de transferencia del poder, o sea la campaña electoral. Por éste y otros motivos de ahora en más la opinión de los precandidatos presidenciales opositores -y oficialistas- empieza a adquirir mayor peso en los organismos internacionales y en los mercados. El problema central en este tema es que la fragmentación de las opciones, lejos de disminuir, va en aumento. El oficialismo, empeñado en complicar las cosas, cada vez agrega más precandidatos para participar eventualmente en la primaria del Frente para la Victoria (el último es Jorge Taiana) en tanto que la oposición no sólo muestra a dos figuras que compiten en la misma franja de votos, Sergio Massa y Mauricio Macri, sino al FAUNEN, donde ya se anotaron tres candidatos, Julio Cobos, Elisa Carrió y Hermes Binner.

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Volviendo a la tormenta judicial, es posible que antes de que se resuelva la crisis en el juzgado de Griesa, el juez federal Ariel Lijo dicte el procesamiento de Amado Boudou. De ocurrir esto, el supuesto acompañamiento opositor para sustentar un acuerdo de pago con Singer y demás acreedores se vería complicado por la ruptura política que provocaría el procesamiento de Boudou y la reinstalación del debate acerca de su renuncia, licencia o pedido de juicio político. Esta probable situación haría que en el seno del gobierno vuelvan ahora a escucharse, por ejemplo desde La Cámpora, voces que proponen la salida de escena del vicepresidente, tal vez mediante una licencia de varios meses de duración. Pero Boudou estaría dando claros indicios de su voluntad de resistir hasta las últimas consecuencias, tal vez consciente de que cualquier paso al costado lo llevaría cada vez más cerca de convertirse en la María Julia Alsogaray del kirchnerismo. En síntesis, la oposición en general se siente obligada a mostrar su racionalidad para apoyar una salida a la crisis de la deuda, pero debería compatibilizar esto con exhibir una dosis de intolerancia cada vez mayor hacia la explosión de corrupción oficial que está emergiendo en los juzgados federales. Se trata de un equilibrio muy difícil de sostener en la práctica.

A un año de las primarias

Sea cual fuere el resultado de la doble crisis judicial de los próximos 30-45 días, para entonces el calendario indicará que falta un año para las próximas primarias presidenciales de agosto del 2015. En otras palabras, que después de las ajetreadas vacaciones de invierno las estructuras políticas comenzarán a moverse con mayor velocidad. En Buenos Aires, el distrito crítico por contener el 40 por ciento del padrón electoral nacional, se estarían gestando varias novedades. Una es que Francisco de Narváez volvería a instalarse publicitariamente como candidato a gobernador. Se trataría de una operación de “boleta corta”, similar a la que protagonizara en el 2007, cuando se presentó como candidato a gobernador sin apoyar a ningún candidato a presidente. La operación de De Narváez, que podría contar con el aval de Daniel Scioli, apuntaría a contener a la dirigencia sciolista ubicándola en sus listas de candidatos ante la evidencia de que el cristinismo aspira a conservar poder quedándose con todos las candidaturas legislativas en juego a nivel nacional y, si pueden, también a nivel provincial.

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El relanzamiento de De Narváez con este plan podría aumentar el disgusto del cristinismo con el gobernador pero le daría a éste una salida para contar con legisladores propios. También para Mauricio Macri la aceleración de los plazos pone sus límites. Sus negociaciones con el FAUnen discurren hoy por canales reservados y están concentradas en la cúpula de la UCR y Elisa Carrió. Esta discreción es la que evita la ruptura formal de la alianza de centro izquierda, donde Pino Solanas, Hermes Binner, Claudio Lozano y otros siguen más cerca de vetar la posibilidad de una primaria conjunta con el PRO. La probabilidad de una crisis de la alianza de centroizquierda es mirada con gran interés por el kirchnerismo, ya que de ocurrir añadiría nuevas candidaturas presidenciales y una fragmentación aun mayor de la oposición.

En el frente interno del oficialismo, el mayor peligro para la presidente y su círculo es que Sergio Massa consiga mantener aunque sea una mínima ventaja en las encuestas para presidente. Si esto ocurre, el riesgo de que el año que viene varios gobernadores del PJ abandonen a último momento las filas del Frente para la Victoria para pasarse al Frente Renovador sería una posibilidad real.

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