Vie. Abr 19th, 2024

Prensa Republicana

Con las ideas derechas

La necesidad de una opción republicana. Por María Zaldívar

El peronismo unido es, en sí misma, una mala noticia. Si a eso se le agrega una oposición timorata y complaciente, el panorama empeora. Y si una nutrida porción del electorado se demuestra disconforme por la tibia o nula representación de sus preocupaciones, ese escenario puede considerarse la tormenta perfecta.

Es la circunstancia que transita por estas horas la sociedad argentina. El gobierno de Alberto Fernández no logra destrabar el deslucido trabalenguas de los tres tristes tigres con el que arrancó. A ocho meses de su asunción el público sigue preguntándose quién conduce, si es que alguien lo hace. Las marchas y contramarchas dan idea de un poder bifronte que no encuentra resolución.

En la Argentina la noticia no es que los políticos mienten, los sindicalistas roban y los jueces especulan. Esa es la norma. La noticia es que la sociedad los soporta hace décadas. Los permisos que la casta dirigente se otorga son infinitos: desde “no nos bajamos el sueldo y no se hable más” a “yo los cubro mientras ustedes venden falopa en la ambulancia”, pueden decir cualquier dislate; son declaraciones cotidianas que acompañan, justo es reconocerlo, a las del propio presidente de la nación. En 20 días fuimos de “tenemos plan pero es secreto” a “no creo en los planes”; entre una y otra declaración pasó el mismo tiempo que entre “Cristina es cómplice y va a tener que explicar muchas cosas en la justicia” a “yo estaba equivocado y Cristina es una perseguida política”.

La impunidad de la casta del poder tampoco es novedad y se acrecienta con el paso del tiempo. Pero el hecho de que los procesos sociales sean lentos no significa que no ocurran.

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Que no hay un plan es otra mentira del poder. El plan es no comunicar el plan que, sintéticamente, consiste en imprimir a destajo y cuando la maquinita no dé abasto, importar papel pintado engañosamente llamado moneda de curso legal; es gestionar sin presupuesto, Congreso ni controles; es hacer legislación a medida de las necesidades políticas coyunturales; es manipular magistrados para sacar de la cárcel a los amigos y amenazar con ella a enemigos; es disciplinar con el ejemplo; es mandar a informarnos de la dirección en la que se encamina el gobierno a través de la publicación dominical de Horacio Verbitsky, house organ del cristinismo. El plan es reformar la Justicia para que quede a expensas de la conducción política; es entrenar a los presos a través del Instituto de Madres de Plaza de Mayo hasta convertirlos en cuadros políticos preparados para “las luchas populares” que tienen en mente encarar; es sumir en la indigencia a más y más individuos de modo tal que la limosna del estado sea su única opción; y es, como desde que Eduardo Duhalde lo introdujo como herramienta, dirimir la interna peronista en las elecciones nacionales.

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