Vie. Abr 19th, 2024

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La hemiplejía histórica y moral de Monseñor Mestre. Por Arnaldo de Vilanova

El pasado domingo 19 de mayo, a las 11 de la mañana, tuvo lugar en la Catedral del Mar del Plata la anunciada “misa en acción de gracias por los mártires riojanos” en alusión a la reciente “beatificación” del obispo Angelelli, muerto en 1976 en un accidente de tránsito, y sus tres “compañeros” -dos sacerdotes y un laico- asesinados en la misma época en un oscuro episodio de venganza política en un clima de violencia desatada por las organizaciones terroristas de izquierda en aquellas trágicas jornadas de los años setenta en Argentina.

La misa presidida por el obispo local, Monseñor Gabriel Mestre, contó con la presencia de miembros de los llamados “organismos de derechos humanos” encabezados por la tristemente célebre organización delictiva “Madres de Plaza de Mayo”. Dieron así su presente las Abuelas de Plaza de Mayo filial Mar del Plata, las ya aludidas Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora, Asociación de Madres de Plaza de Mayo, H.I.J.O.S. Resiste, el Colectivo el Faro de la Memoria, CAMUS, Familiares de Detenidos Desaparecidos y Víctimas del Terrorismo de Estado, Asamblea Permanente de los Derechos Humanos (APDH) y la Liga Argentina por los Derechos Humanos. También hubo representantes políticos y sociales: concejales, diputados, entre otros.

La casi totalidad de estas organizaciones son pública y notoriamente anticatólicas, enemigas declaradas de la Iglesia; muchas de ellas se han pronunciado a favor del aborto y la ideología de género y, como nota esencial común a todas, han sido y son las portavoces y promotoras de la mayor impostura histórica de la que se tenga noticia en nuestra tierra, agentes del odio y de la venganza que dese hace décadas viene enervando la vida argentina. Su presencia en esta misa es una prueba más que confirma lo que se ha venido sosteniendo desde amplios sectores católicos respecto de que los “mártires riojanos” no son otra cosa que una parte, por desgracia eclesial, de la gran mentira tejida por las izquierdas y sus cómplices sobre la historia argentina reciente.

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En su homilía, Monseñor Mestre dijo, entre otras cosas, “Angelelli y sus tres compañeros mártires de alguna forma representan hoy y aquí a tantos asesinados, secuestrados y desaparecidos de aquellos años oscuros de nuestra Patria. Celebrar esta Misa es hacer memoria de todos y cada uno de ellos”. Luego dirigiéndose a la extraña “feligresía” remató: “agradezco a Dios, que en este momento de memoria aquí en la Iglesia Catedral de Mar del Plata, haya varios hermanos de diversos organismos de derechos humanos con sede en nuestra ciudad. Por los avatares históricos y las opciones ideológicas no en todo estamos de acuerdo. Sin embargo, no podemos dejar de afirmar que en muchos otros valores compartimos el mismo ideal y podemos luchar juntos por una Patria más justa y fraterna, más solidaria y comprometida con los más descartados y marginados de la historia, avanzar en una democracia sólida con la participación e integración de todos los argentinos”.

Son palabras lamentables sobre todo si quien las pronuncia es un Obispo de la Iglesia Católica, Sucesor de los Apóstoles, maestro de la fe y signo de unidad de los fieles en su diócesis. Porque son palabras que evidencian una “memoria hemipléjica” para la que sólo existen unos muertos y desaparecidos mientras silencia los miles de secuestrados, torturados y asesinados (militares, policías, civiles y hasta ejemplares laicos católicos) por las gavillas partisanas alentadas, cuando no integradas, entre otros por los cuatro “mártires”.

Pero no se trata solamente de una hemiplejía histórica sino, además y ante todo, moral porque no hace sino consagrar a sabiendas una visión parcial y falsa de hechos trágicos que aún desgarran a la familia argentina. También está claro que para Monseñor Mestre las diferencias ideológicas (¿la fe católica es una mera diferencia ideológica?) no es óbice para construir todos juntos una “democracia sólida” la misma que en casi cuatro décadas de dominio irrestricto ha destruido la familia, ha impuesto el aborto, la ideología de género y ha sumido a la Patria en el mayor marasmo material y espiritual de toda su historia.

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Claro está que no es Monseñor Mestre el principal responsable de esta verdadera locura. Después de todo él es sólo un engranaje más de esta nefasta maquinaria montada por la secta modernista y progresista (que hoy cuenta con la desdichada aquiescencia de la máxima y suprema autoridad eclesiástica) con el único fin de destruir la Iglesia de Cristo y sustituirla por otra Iglesia: una Iglesia falsa que beatifica falsos mártires.