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La “batalla” contra Griesa y los buitres: la bandera de CFK para retomar la iniciativa política – Por Carlos Tórtora

Las negociaciones recién están comenzando y el lunes los delegados del gobierno argentino se sentarán con el mediador designado por el juzgado de Thomas Griesa, Daniel Pollack. Mientras tanto, del lado del gobierno nacional como de los holdouts surgen señales de que, finalmente, el juez Thomas Griesa podría aceptar una fórmula de conciliación que consistiría en disponer que el pago a los holdouts se realice en enero del 2015, después de que venza la cláusula RUFO que obliga a darles a todos los bonistas las mismas condiciones si es que el gobierno, por su cuenta, dispone una mejora para algunos de ellos. De este modo se superaría la principal barrera para el pago que levanta Axel Kicillof: la inmediata catarata de juicios por parte del resto de los bonistas reclamando las mismas condiciones de pago que recibirían los holdoutsencabezados por Paul Singer y que vencieron en los tribunales de Nueva York. Como garantía, se menciona que el Estado nacional depositaría en el juzgado de Griesa una cifra de aproximadamente US$ 300 millones, en carácter de garantía de los pagos a efectuarse a partir de enero del año que viene.

Si bien en los mercados hay sensación de un acuerdo final, está claro que la estrategia que está montando la Casa Rosada es de doble vía. Mientras negocia en el despacho de Griesa, el kirchnerismo está levantando un esquema de solidaridades regionales, que ya empezó con el apoyo logrado en la OEA, destinado a crear un frente que cuestione tanto el proceder del juez neoyorquino como de los holdouts. De hecho, el canciller Héctor Timerman dedica buena parte de su tiempo a desarrollar este entramado.

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En síntesis, que la presidente y su ministro de economía prevén una larga negociación hostil que se desarrollaría siempre al borde de la amenaza del default. Esta intención explicaría que la retórica oficial de agresividad contra Griesa y los fondos buitres, lejos de atenuarse, va en ascenso (significativamente, durante el partido entre las selecciones de Argentina y Suiza, en las tribunas se vieron numerosos carteles contra el juez y los fondos buitres). Es evidente que el kirchnerismo aprovechó el estallido de la crisis en Nueva York para teatralizar la postura argentina con la finalidad de pasar a segundo plano el caso Ciccone. Esto llegó al punto de que la mayoría kirchnerista en la Comisión de Juicio Político de Diputados liquidó en cuestión minutos la intención opositora de debatir los cargos contra Amado Boudou por supuesto mal desempeño de sus funciones.

La única bandera disponible

Una incógnita significativa es si la agresividad oficial contra los vencedores en el juzgado de Griesa no apunta a un objetivo más ambicioso. Esto es, reconstruir la iniciativa en la política interna, dejando a la oposición entrampada ante la opción de oponerse a la estrategia antibuitres o plegarse al juego del gobierno. De hecho, por primera vez en varios meses, el cristinismo encontró un caballito de batalla para polarizar nuevamente el escenario electoral. En esta línea, lo que estaría realmente en juego no sería el resultado final de la negociación, sino maximizar la explotación del conflicto con vistas a su rentabilidad electoral. Con los indicadores económicos en baja y la corrupción ascendiendo en la consideración de la opinión pública, es comprensible que CFK esté decidida a sacarle todo el jugo posible a su guerra simulada con Griesa y los fondos buitres.

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