Sáb. Abr 20th, 2024

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La Argentina que llega al discurso de Macri. Por Rosendo Fraga.

La política exterior ha estado en el centro de la gestión Macri durante la semana pasada. La decisión de Obama de visitar la Argentina crece en significación como gesto. Si bien es la sexta vez que llega al país un Presidente de los EEUU, es la primera que viene sólo a la Argentina en América del Sur: Roosevelt y Bush hijo estuvieron por encuentros interamericanos y Eisenhower, Bush padre y Clinton visitaron otros países de la región además de la Argentina. La visita cae en Semana Santa y por ello el mandatario estadounidense prolongaría un par de días más su estancia en el país para descansar en Bariloche. La visita del Presidente francés mostró al gobierno argentino interesado en avanzar en el TLC entre el Mercosur y la UE. Macri debería observar que la semana pasada tuvo lugar la 12ª ronda de negociación para el TLC entre EEUU y la UE que Obama quiere dejar concluido a fin de año, antes de dejar el poder. Que el Mercosur sea el área latinoamericana de este acuerdo, como tres de los cuatro países de la Alianza del Pacífico lo son en el TLC Transpacífico, es un objetivo a proponer. El encuentro en Roma con el Primer Ministro italiano puso en evidencia un objetivo argentino: ser sede en 2018 de la Cumbre de jefes de gobierno del G20. En cuanto al encuentro con el Papa, éste mostró su distancia con Macri, como lo reflejaron los medios de comunicación extranjeros. La reunión no sirvió para acercar posiciones, más allá de los discursos y las manifestaciones del gobierno argentino.

Esta semana el epicentro de la política estará en el Congreso y en el discurso de Macri en la apertura de las sesiones ordinarias. Es la última oportunidad que tiene el Presidente para denunciar la herencia recibida: después de este día los problemas pasarán a ser percibidos, para la mayor parte de la opinión pública, como del gobierno en ejercicio. El ala política del gobierno (el ministro del Interior y el radicalismo) han pedido se explicite la herencia, pero el equipo asesor más próximo, en el que descolla el ecuatoriano Jaime Durán Barba, habría impuesto la tesis de que no es conveniente dar malas noticias. Desde el área económica también se aconseja no mostrar una Argentina con dificultades, lo que puede ahuyentar las inversiones. En este marco, Macri se centraría en propuestas (fue el estilo de Massa en su campaña) para combatir la corrupción, reformar y modernizar la justicia, sanear el sistema electoral y neutralizar los efectos de la inflación en los sectores de menores ingresos, entre otras. Pero en marzo el Ejecutivo necesita que el Congreso resuelva temas claves: el acuerdo con los holdouts, que necesita mayoría simple en ambas cámaras; el acuerdo para la designación de nuevos integrantes de la Corte que, al igual que los embajadores y el Directorio del Banco Central, requiere dos tercios de los senadores presentes; y la convalidación de los DNU, para la que es necesario el dictamen de la Comisión Bicameral de Trámite Legal Parlamentario y la aprobación de una cámara por mayoría simple.

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Esto lleva a la negociación con el Peronismo, que es la clave de la gobernabilidad en la etapa que se inicia. De los 8 DNU de Macri, Massa objetó sólo uno: el que anula la restitución del 15% de la coparticipación a todas las provincias firmado por Cristina Kirchner en sus últimos días de gobierno. Sin el voto del representante de Massa en la mencionada Comisión Bicameral, Cambiemos no puede aprobar los DNU. El Ejecutivo tuvo que aceptar un acuerdo por el cual devolverá ese 15% de la coparticipación a las provincias en forma escalonada durante los próximos cinco años, que termina a fines de 2020 e incluye el monto retroactivo desde hace ocho años. En realidad se trata de una manifestación del «arte del acuerdo» que propusiera Macri al asumir el gobierno. Este antecedente muestra el camino de las próximas semanas: posiblemente el oficialismo logrará sus objetivos en el Congreso, pero a costa de negociar y ceder, como Vidal hizo en enero en la provincia de Buenos Aires, cuando la mitad del peronismo le dio los dos tercios para autorizar el endeudamiento provincial. La gobernadora ha optado por una coalición parlamentaria permanente y denunciar la herencia, al decir que ha recibido una provincia quebrada, con un estilo político diferente al del Presidente. En cuanto al Congreso del PJ, confirmó que todavía no hay condiciones para que emerja un nuevo liderazgo, lo que recién podría suceder tras las elecciones de 2017.

Con la política encauzada, es en la «calle» donde surgen amenazas políticas para el gobierno de Cambiemos. Débil en el Congreso, los gobernadores y con amenazas judiciales crecientes -como lo muestran la acusación de homicidio del fiscal Sáenz en el caso Nisman y la citación a indagatoria de Cristina por parte del Juez Bonadío-, el Kirchnerismo gira a la izquierda haciendo de la protesta en la calle su curso de acción más importante. El 17 de febrero 40 agrupaciones kirchneristas y aliadas realizaron 200 cortes de ruta en todo el país reclamando la libertad de Milagro Sala. El próximo 24 de marzo -40° aniversario del último golpe militar y que tendrá a Obama de visita en el país- el Kirchnerismo por primera vez en ocho años realizaría una marcha junto con la izquierda. El 13 de abril, cuando declare Cristina ante Bonadío, tendrá lugar una movilización kirchnerista en todo el país bajo la consigna «Si tocan a Cristina…». El paro y marcha de ATE en la Ciudad de Buenos Aires el 24 de febrero, acompañada de numerosos cortes, mostró la incoherencia del gobierno, que había anunciado la aplicación de un protocolo para impedir cortes en forma inmediata que luego no aplicó. En cuanto al sindicalismo, el gobierno terminó cediendo ante los sindicatos para que las clases empiecen en fecha en la provincia de Buenos Aires, aunque ello complicará la política anti-inflacionaria. Las tres centrales sindicales peronistas, lideradas por Moyano, Caló y Barrionuevo, se reunieron el 26 de febrero, ratificaron su unidad y criticaron a Macri pero sin confrontar, mientras que las dos CTA buscan coordinarse llevando a la calle sus reclamos, como sucedió la semana pasada en la ciudad de Buenos Aires.

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En conclusión: la política exterior estuvo en el centro de la escena la semana pasada con éxitos de Macri con Obama, Hollande, Renzi y cierta frustración con el Papa; esta semana el Congreso ocupa el lugar central con el discurso de apertura de las ordinarias de Macri, que estaría más centrado en las propuestas que en denunciar la herencia; el Congreso del PJ lo mostró dividido, pero los gobernadores están dispuestos a negociar, como lo mostró el acuerdo logrado con Massa sobre la restitución de la coparticipación; por último, el Kirchnerismo y la izquierda, débiles en el sistema político, convergen en llevar la oposición a la calle, donde el gobierno muestra vulnerabilidades.

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