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«Es un cagón». Por Nicolás Márquez

En Septiembre de 1974 Montoneros secuestraba a Enrique Mascardi (directivo de Propulsora Siderúrgica), al tiempo que asesinaba al policía de Quilmes Orlando Fernández y reventaba a balazos al policía de Rosario Rubén San Juan[1], un grandilocuente hecho de su autoría cuidadosamente planificado ocupó las páginas de los diarios de Argentina y el mundo: el secuestro de los directivos de la firma Bunge y Born, los hermanos Juan y Jorge Born (quienes permanecieron un año en cautiverio bajo condiciones infrahumanas), por el cual los terroristas obtuvieron un rescate formidable de 60 millones de dólares (doscientos sesenta millones de dólares actualizados al 2015).

            Con el ingenio que caracterizaba a los montoneros para “bautizar” sus operaciones delictivas, en esta ocasión el nombre elegido fue “Operación Mellizas”. El secuestro se llevó a cabo en la localidad de La Lucila, en donde unos cuarenta guerrilleros disfrazados de operarios, comandados por Roberto Quieto y Rodolfo Galimberti, cortaron el tránsito y desviaron el automóvil en el que viajaban los hermanos. Este auto y el de la custodia, fueron embestidos por vehículos de los subversivos, quienes de inmediato dispararon con escopetas: Alberto Bosh (gerente de la empresa) y el chofer Juan Pérez resultaron muertos, los custodios reducidos y los Born, embolsados y trasladados a una camioneta. La inteligencia fue responsabilidad de Rodolfo Walsh. Además de la formidable cifra dineraria exigida, se le ordenó a la firma Bunge y Born que se colocaran bustos de Eva y Perón en cada una de sus fábricas.

            Respecto a este gigantesco botín, el Jefe de Finanzas de Montoneros, Raúl Magario, cuenta que “Existe una época, como yo les decía, pre y pos Born. Con el triunfo de Cámpora, Montoneros tiene una organización nacional. Todavía no nos habíamos sacado el Loto, todavía no existían los Born (risas) con lo cual siguen los padecimientos. Llegó un momento en Santa Fe en que tenía doscientos cheques devueltos por los bancos” y jocosamente agrega “A cada militante le dábamos el sueldo de un obrero industrial. Eso reproducilo hasta los niveles de oficial y a veces de aspirante también. Si tenés en cuenta que una columna debía tener no menos de 200 cuadros y aproximadamente éramos seis o siete columnas, reproducilo por un salario industrial. Era lo mínimo con lo cual se movía la organización, sin contar la logística, que era muy cara porque era una logística clandestina. Tenías que comprar alquileres, garantías, casas, cuando la seguridad lo exigía y no podías alquilar. Y hay todo un sistema de comunicación muy precario para una época como aquella. Tenías que tener vehículos, camiones. La clandestinidad es cara” y Magario remata: “Hasta los Born acumulábamos deudas. Es como cuando tenés un problema bancario que nunca llegás a solucionar porque te cierra el banco a las cuatro, sacás guita de acá, tapas allá. Era correr todos los días para ver cómo alcanzábamos a cubrir todo. Hasta los Born era una calamidad. El pos Born nos cambia la vida”[2].

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            Nada se improvisaba y todo estaba detalladamente pensado. El traslado del dinero fue depositado por tandas en Cuba, mediante sucesivos viajes efectuados por Horacio Verbitsky[3].

            En los años de la democracia alfonsinista la causa por el mega robo a los hermanos Born fue investigada, y el guerrillero Zverko le confesó al Fiscal Romero Victorica que “el dinero viajó a la Habana en sacos de cuatro ó cinco millones de dólares” llevados por Verbitsky previa escala en Lima y agregó: “Verbitsky era un hombre que militó en la organización en su etapa más dura, entre los años 1973 y 1977, aproximadamente (…) Era un importante cuadro y su actividad principal se verificó en el área de Inteligencia, destacándose particularmente por su talento” y puntualizó: “Durante varios meses de 1975, por orden de la Conducción Nacional, Verbitsky tuvo directa y activa intervención en la operación de inteligencia cubana del traslado del rescate (…) Más concretamente su tarea consistió en sincronizar desde Perú los envíos que salían de Buenos Aires con valija diplomática cubana” y remató: “Quiero destacar una directiva obligatoria para todos los cuadros de la Organización Político Militar a partir del grado de aspirante, que consistía en que todos, más allá de la función específica, aunque la misma no fuera de carácter militar, debían participar en operaciones armadas un mínimo de veces al año”[4], tal el caso del homicidio que habría practicado el propio Verbitsky al camionero Blas García en plena democracia peronista, según lo confesaron sus camaradas de armas.

            En efecto, Verbitsky quien con los años se transformó en un “acreditado” defensor de “los derechos humanos” en su farsa rentística conocida como CELS (Centro de Estudios Legales y Sociales), a pesar de que el malviviente en cuestión no sea ni abogado ni sociólogo, en el citado juicio, se hacía el desentendido respecto de sus múltiples acusaciones como delincuente, y cuando le tocó un careo con el propio Galimberti éste último espetó: “Le quisiera preguntar a mi co-careado si en Montoneros era aguatero. Otra cosa quisiera preguntarle es si sigue perteneciendo a Montoneros, porque no leí ninguna declaración pública o clandestina de su decisión  de separarse de la organización” y arremetió, “Miente cuando dice que no tenía grado en la organización. Por ser montoneros una organización político-militar, era imposible que no ostentara grado o jerarquía alguna” y socarronamente consideró que es falso que él fuese un “boy scout”[5].

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            El encono entre Galimberti y Verbitsky perduró incluso mucho después de terminada la guerra civil, y éste último mediante un amigo en común le mandó a preguntar a Galimberti si existía alguna pretensión homicida para con sí: “¿Eso te mandó a preguntarme? No ves que es un cagón”[6]

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Fuentes

[1] Gillespie Richard. Soldados de Perón. Historia Crítica sobre los Montoneros. Ed. Sudamericana. Bs.As. Tercera edición. 2011. Pág. 262.

[2] Gorbato Viviana. Montoneros Soldados de Menem. Soldados de Duhalde?.. Ed. Sudamericana, Bs.As, Pág. 149-154

[3] Acuña, Carlos Manuel. Verbitsky de La Habana a la Fundación Ford. 2° reimp. Buenos Aires, Ediciones del Pórtico, 2003, p. 98.

[4] Larraquy Marcelo, Caballero. Roberto. Galimberti, de Perón a Susana. De Montoneros a la CIA. Grupo Editorial NORMA. Bs.As, 2000, Pág… 489

[5] Larraquy Marcelo, Caballero Roberto. Galimberti, de Perón a Susana. De Montoneros a la CIA. Grupo Editorial NORMA. Bs.As, 2000, Pág… 489-494

[6] Larraquy Marcelo, Caballero Roberto. Galimberti, de Perón a Susana. De Montoneros a la CIA. Grupo Editorial NORMA. Bs.As, 2000, Pág.. 496.