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«En las protestas vale todo». Por Cosme Beccar Varela

Esa es el consigna de un vejete gordito que habló en televisión hoy, 11/11/2019. No sé quién es pero o es un cómplice del caos social que el gobierno fomenta por su delictiva inacción (incumplimiento de los deberes del funcionario público, art. 248 del Código Penal) o es un ideólogo de los piqueteros que sostiene esa teoría para justificar que estos últimos hagan tabla rasa de la ley, cometiendo cinco delitos en concurso real cada vez que cortan una calle (arts. 194, 211, 183, 210 y 149 bis etc.) y cuando, como ayer, invaden varias galerías comerciales, también el delito de usurpación (art. 181, inc. 3ro).

El gobierno de Macri, desde sus primeros días, ha consentido en todas esas violaciones al Derecho Penal dejando de usar la fuerza pública de la que tiene el monopolio y librando a los pacíficos habitantes a la prepotencia de esos nuevos vándalos que se han apoderado de la Ciudad con insolencia.

Esto no es algo que ocurra ocasionalmente: es una invasión cotidiana. No es tampoco algo espontáneo, provocado por la miseria: es algo organizado por agitadores de izquierda que proveen el transporte, la retribución de los concurrentes y la impunidad de la plebe piquetera.

Proceden según modelos que vienen desde los tiempos de la revolución rusa de 1905, precursora de la de 1917, en que las manifestaciones supuestamente populares eran montadas como una obra de teatro, llevando niños y mujeres a las calles para impedir que la Policía zarista las reprimiera o si lo hacía, para que pasara por una cobarde agresión contra indefensos.

Así fue que el «día conocido como el *Domingo Sangriento*, en 1905, hubo una marcha de protesta de obreros en San Petersburgo. El objetivo “declarado” de la marcha era entregar al zar una petición de mejoras laborales, y la formaban familias trabajadoras enteras. Iba encabezada por un sacerdote, el clérigo Georgi Gapón y fingía no tener ningún objetivo político al punto que numerosos participantes avanzaban llevando íconos religiosos y cruces, sin armas ni intenciones agresivas aparentes (Wikipedia).

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Avanzaba contra el Palacio del Zar y la policía la disolvió, enfrentándose con los agitadores que formaban el núcleo de la marcha pero hiriendo inevitablemente, por culpa de esos agitadores que fueron quienes llevaron astutamente a esas familias como «carne de cañón», a algunos niños. El hecho, intencionalmente provocado por los comunistas, quedó como un hito histórico en el proceso revolucionario que culminó en la toma del poder por Lenin y Trotzky en 1917. Lo que pocos dicen es que esa tragedia provocada por los mismos comunistas es poco comparada con los 100.000.000 de muertos que causó el comunismo desde ese año y sigue causando en todo el mundo.

Macri no corría el peligro de producir un «Domingo Sangriento» si desde el primer día que asaltó el gobierno hubiera puesto coto a los piquetes en forma eficiente, aplicando el Código Penal y encarcelando a los agitadores. No lo hizo nunca y así fue que durante estos casi cuatro años que ocupa la Casa Rosada, dejó hacer a los promotores de los piquetes lo que se les dio la gana. Buenos Aires y otras ciudades del interior y hasta las rutas se convirtieron en el feudo de la izquierda y en la sala de torturas de los indefensos habitantes del país.

Ese desorden consentido, ese permisivismo demagógico frente al desprecio por la ley y la convivencia pacífica, han sido, en gran parte, la causa del desaliento general y de la crisis económica que hoy sufre el país. ¿Quién puede iniciar una empresa en un país que padece un constante desorden y la permanente extorsión de los violentos?

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No tengo dudas de que hasta el auge del delito común, que todos los días registra víctimas de ladrones y asesinos, se debe en gran parte a la sensación de ausencia de gobierno que esa situación produce. Los delincuentes se siente seguros. El fomento de las «villas miseria» mediante obras millonarias que pagan los que trabajan y sirven a los que usurpan esos terrenos, a sabiendas de que en esas «villas» (convertidas en una especie de «countries ciudadanos» por la enormidad de las mejoras que les hace el macrismo) son centros de narcotráfico y refugio de maleantes.

El monstruoso Intendente de Buenos Aires, cuando hace una semana bandas de piqueteros acamparon en la Avda. 9 de Julio anunció expresamente que no lo impediría y prohibió a la Policía intervenir alegando que entre aquellos «había menores». Es decir, les dio un «permiso oficial» a los agitadores y hasta les dio la fórmula para hacerlo de nuevo (cosa que está ocurriendo hoy 11/9/2019) sin riesgo de ser desalojados: «¡lleven menores!». El monstruoso Intendente tal vez conoce el antecedente del «Domingo Sangriento» ruso de 1905 (aunque lo dudo, porque tiene cara de ignorante) y no le importa dejar correr los acontecimientos con el grave riesgo (que ya está a las puertas) de que terminemos bajo la tiranía del comunismo.

Si ni él ni Macri saben cómo hacer para cumplir con su deber de guardar el orden en las calles, debieron renunciar hace rato. No lo hicieron. Por el contrario, están haciendo todo lo posible para que la historia rusa de 1905-1917 se repita y si llegaran a ser reelectos por obra del fraude electrónico, los próximos cuatro años serán más y peor de lo mismo.