
Y después dicen que somos nosotros: con ustedes, presentamos las preconciliares reflexiones de nuestro querido y apreciado camarada contrarrevolucionario José Pablo Feinmann:
“Los travestis nunca, pero nunca, van a lograr ser lo que se desviven por parecer: mujeres (…) No son nada, ni hombres ni mujeres, viven en un mundo de apariencia y no en el del ser (…) su cacareada trasgresión no es más que un exabrupto, ruido que solo jode a las amas de casa, lumpenaje triste, autodestrucción sin grandeza, hecatombe que se instala en las páginas amarillistas de Crónica y no en los laberintos grandiosos de La genealogía de la moral, de Nietzsche”[1]
[1] José Pablo Feinmann, Página 12, 15/06/98,
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