Jue. Mar 28th, 2024

Prensa Republicana

Con las ideas derechas

El problema es que la Argentina ya no existe – Por Cosme Beccar Varela.

El problema no es el poder de la «dirigencia» corrupta e inepta que se roba todo, ni el caos social, ni la inseguridad, ni que la Presidente sea una mujer deshonesta en todo el sentido de la palabra, ni que la «oposición» no sirva para nada más que para hacer creer que se opone cuando en realidad es cómplice necesario de esta tiranía, ni que la Justicia sea injusta, ni que algunos jueces estén vendidos al poder o sean homosexuales o dueños de prostíbulos, ni que el país sea despreciado en el mundo entero por su falta de cumplimiento de sus obligaciones, ni ninguna otra de esas cosas que los «opinadores» de la internet no se cansan de «denunciar» (¡cómo si todo el mundo no las supiera ya!).

El problema es mucho más grave: es que la Argentina desapareció, es que el pueblo argentino, empezando por las «clases cultas», ha cambiado y se ha convertido en un pueblo que adoptó la mentalidad esclava de un poder pro-comunista con el cual se identifica por gusto, constituyendo así una sociedad vulgar, atea (pero que admira al Papa Bergoglio), sin dignidad y sin aprecio alguno por el orden, ni la más mínima voluntad de oponerse a la inexorable decadencia de una sociedad que terminará ineludiblemente en el comunismo liviano, porque no hay resistencia, pero no menos comunista.

El conglomerado que habita en esta tierra se ha acostumbrado a que no haya Derecho, ni respeto, ni generosidad, ni amor de Dios, ni moral, ni ninguna de las cosas que constituyen la esencia de una civilización verdaderamente humana. Inclusive hay como pesonas 2.000 ilegalmente presas, sin que a nadie le importe nada, excepto a sus desdichadas familias abrumadas por la impotencia frente a un Estado en manos de canallas.

LEÉ TAMBIÉN:  El número de los tontos es infinito. Por Cosme Beccar Varela

Los más «cultos» renuncian al uso de su razón aceptando sin el más mínimo análisis crítico lo que dice «La Nación», que leen religiosamente todos los días con la misma fidelidad con que los sacerdotes de antes del Concilio Vaticano II leían el Breviario. Los más encopetados babean sobre el último «best seller» que imponen los mercaderes del negocio masónico-editorial.

Los de las clases más bajas viven hipnotizados por el «foot-ball» y no hablan de otra cosa. De vez en cuando los peores de ellos matan a tiros o a  puñaladas a alguna víctima indefensa por el frenesí desarmamentista de los políticos, para robarle algo o simplemente por el gusto de matar.

Los obreros y empleados siguen como ovejas a líderes sindicales enriquecidos por el robo haciendo huelgas salvajes sin importarles el daño enorme que les causan a otras personas, pobres la mayoría de ellas.

Los mejores, los que son católicos practicantes, ¿qué practican?: la misa dominical en la que oyen cualquier herejía del predicador, sin análisis doctrinario alguno (no saben doctrina católica o si la saben prefieren no acordarse de ella) y siguen después con sus vidas perfectamente en consonancia con la de este pueblo en disolución, mutando rápidamente hacia un nación marxista.

El drama de Venezuela los deja totalmente indiferentes. No están dispuestos a mover un dedo para apoyar el heroísmo de los que resisten al comunismo en ese país. Ni siquiera comentan el asunto en sus encuentros privados. No tienen opinión, no les interesa. Ni siquiera se dan por enterados de que la tiranía local apoya enteramente al castrismo de Cuba y su irradiación hacia Venezuela y la argentina.

LEÉ TAMBIÉN:  No sabe, no quiere, o no puede. Por Vicente Massot

En pocas palabras, este es el problema: de esta degradación no hay retorno. Y si alguna prueba faltaba, véase la satisfacción con que se ha recibido hoy la noticia de que la «centro-izquierda» se une para elegir un Presidente en el 2015. O sea, hay alegría porque tal vez saldremos de la sartén para caer en el fuego.

No tengo palabras para manifestar mi rechazo, mi desprecio y mi total desapego de una nación y de un pueblo que ha vendido su alma de una manera tan frívola y tan completa. No reconozco en esta masa a algún compatriota y menos aún a algún amigo.

Fuente: http://www.labotellaalmar.com.ar/