Mar. Abr 16th, 2024

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El ocaso de los populismos. Por Ernesto Bobek Cáceres

Las consecuencias de la miserable gestión de gobierno en el vecino Brasil, coronada por el malhadado “petrolao”, lograron depositar tras las rejas a funcionarios de primera línea del gobierno. Pero en forma muy diferente a lo que vemos en nuestro país cuando se imputa a un funcionario de peso, donde la impunidad es la regla y un procesamiento la excepción, la justicia brasilera no se detuvo en las investigaciones llegando hasta la misma presidencia.

Ya Dilma Rousseff había sorteado a duras penas un juicio político, con el apoyo de un partido que ahora ya le quitó su respaldo. Deberá afrontar un nuevo “impeachment”, y esta vez le será más difícil eludir la renuncia o la destitución.

Cometió además la torpeza de intentar salvar a su mentor, Luiz Inácio Lula da Silva, quien acumula ya serios y precisos indicios de estar comprometido en operaciones en beneficio propio y en desmedro de su país. Está al menos seriamente sospechado de fraude en perjuicio de la administración pública y lavado de dinero. Le será muy difícil -si no imposible- explicar el origen de los fondos con los que se hizo de costosísimas propiedades.

Pero en un acto desesperado, su alumna dilecta Dilma lo coronó como Jefe de Gabinete, tan solo para protegerlo otorgándole inmunidad. El acelerado acto de asunción resultó grotesco. No le llegó a durar una hora la holgada situación en que creyó encontrarse. Un juez federal suspendió su designación.

Vemos entonces que hay sociedades que tras golpes y saqueos provenientes del poder reaccionan en las urnas. Hay miles de empobrecidos por ilícitos ejecutados por corruptos que han llevado a un país que aparentaba un crecimiento sostenido a una crisis que perjudica a todos los estratos sociales, esencialmente a los más vulnerables. Esto viene aconteciendo en Brasil ya hace largo tiempo, y en los últimos días pudimos ver movilizaciones multitudinarias exigiendo la renuncia de Rousseff y el enjuiciamiento de Lula. No es casual que en una marcha reciente en Brasil se viera un manifestante con un cartel dirigido al gobierno que rezaba “Menos Venezuela, mais Argentina”.

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Agarrados como pulpos a los sillones presidenciales salieron a proteger a los pretensos progresistas y socialistas de Brasil, desde el impresentable Maduro, al que se le puede venir la noche muy rápidamente, y nuestra ex presidente que se solidarizó con Dilma y Lula. Para ello no dudan en denunciar conspiraciones destituyentes, mandatos del Imperio, accionar de desestabilizadores, oligarcas, políticas neoliberales y cuanto mote les caiga a mano para distraer la atención de los delitos en que han incurrido.

A lo largo y ancho de toda América del Sur hay una larga lista de sospechados de enriquecerse o abusar de su poder, aun cuando hayan accedido al mismo legítimamente. De ahí la importancia de implementar un sistema electoral acorde a los tiempos que corren, donde se eliminen las posibilidades de fraude, tal como lo está impulsando nuestro presidente.

Pero lo relevante en todo este proceso es la reacción de la gente. Que no hablen más de golpes de estado, ofensivas imperiales y destituyentes como lo ha hecho el presidente Maduro. Ya bastante desgracia sufren los atribulados venezolanos con las carencias en las que han postrado a un país que era rico sin esforzarse y quedó sumido en el desabastecimiento de productos elementales para la subsistencia, desde alimentos hasta remedios.

Otro tanto le debe preocupar a Evo Morales, quien tras las elecciones dejó pasar largas horas para reconocer que su pueblo le negó un mandato eterno. Todos estos populismos invocaron una revolución que derivó -no podía ser de otra manera- en una involución social y económica.

Si en España vimos un rey capitulando y a su hija prestando declaración ante la justicia por irregularidades y enriquecimientos injustificados, tomemos el ejemplo y sigámoslo. Eso sí, no demoremos más de 72 horas en citar a un imputado por hecho de corrupción que quedó registrado en cámaras, filmación que se viralizó con la indignación de todo un país.

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Nuestro ordenamiento legal prevé la denegatoria de la excarcelación en delitos donde la libertad del imputado pueda comprometer la investigación, esencialmente en la obtención o preservación de pruebas. Ese mismo argumento absolutamente legal y legítimo debería emplearse para asegurar la declaración de un imputado en tiempo razonable, y hasta en su caso, proceder al comparendo compulsivo para evitar peligros de fuga todo tipo de sospechas.

La madurez demostrada en las elecciones de varios países latinoamericanos es la que nos deja la esperanza de un futuro mejor, con más posibilidades de crecimiento, con más oportunidades para los más necesitados, y menos privilegios para quienes no los merecen. La oferta demagógica populista portadora de miseria, ya no convence ni seduce a las mayorías.