Vie. Abr 19th, 2024

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El lugar de la Argentina en América. Por SANTIAGO MUZIO

La repercusión que tuvo a fin del año pasado en los países vecinos la triste noticia de que un Congreso al servicio del progresismo mundialista había sancionado la legalización del aborto, en contra de la letra misma de la Constitución, fue la contracara de la alegría que se propagó dos años antes cuando el Senado rechazó el proyecto.

Para bien y para mal, a pesar de la terrible decadencia, seguimos siendo la puerta de entrada al subcontinente y nuestros países hermanos aprecian la influencia que ejerce la Argentina en el Cono Sur. Lo que hacemos suele surtir un efecto alrededor nuestro.

Las manifestaciones del presidente y el ministro de relaciones exteriores del Brasil y la expresión de duelo de los diputados del Paraguay, uniéndose al dolor por la opresión que sufrimos, son muestras también de la preocupación que les produce el avance de la agenda globalista del que somos instrumento.

La Argentina representó, hasta finales del año pasado, un dique contra el avance de la internacional de la muerte

Primero en el Foro de São Paulo y más tarde en el Grupo de Puebla se juntó y rejuntó la peor escoria política de la región para militar mancomunadamente lo que se llama marxismo cultural, aunque del marxismo sólo guarda la motorización del odio. Nada tiene ya de intereses obreros, la lucha de clases fue reemplazada por la lucha de los sexos y por otras mil en las que la parte supuestamente oprimida son minorías cada vez más acotadas (travestidos, los mal llamados migrantes, tal o cual tribu indígena…) y todos los que no integran esas minorías son privilegiados que deben sentir culpa de su herencia.

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Esta escoria política, insisto, trabaja hace décadas activamente para instalar la dictadura simbólica de las minorías supuestamente oprimidas sobre la mayoría privilegiada. Sólo simbólica, es verdad, porque la mayoría debe ser sojuzgada para seguir empujando el molino. Esas grotescas minorías son sólo instrumentales. La nueva izquierda cultural persigue la eliminación de nuestra herencia común sólo para crear el consumidor perfecto: sin religión, nacionalidad, raza, familia ni sexo, esta abeja obrera debe trabajar para consumir en un mercado cada vez más homogéneo en el que las ganancias se maximizan.

Va siendo hora de dejar de mirarnos el ombligo y articular un contrataque regional

La realidad no es altruista. Basta ver el gasto de los más pobres (que, gracias a la izquierda, son cada vez más): lo que no se va en comida, se gasta en ropa y zapatillas de marca, en teléfonos celulares y en servicios digitales.

El avance de estos ladrones, que adoptaron el discurso del pobrismo pero se llenaron los bolsillos de lo recaudado en impuestos, se dio de forma organizada y coordinada en toda la región.

La Argentina representó, hasta finales del año pasado, un dique contra el avance de la internacional de la muerte en América del Sur, a pesar de la aplicación casi pacífica del escandaloso protocolo de aborto no punible establecido por la Corte Suprema.

Ni eso queda.

Levantarnos es urgente. Nos lo debemos, pero también se lo debemos a nuestros países hermanos. Si queremos desterrar de casa a la escoria, va siendo hora de dejar de mirarnos el ombligo y pelear codo a codo con nuestros vecinos. La avanzada izquierdista fue regional, es necesario que nos apoyemos los unos en los otros y seamos capaces de articular un contrataque regional.

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