Vie. Mar 29th, 2024

Prensa Republicana

Con las ideas derechas

El fin de las ilusiones – Por Cosme Beccar Varela

Se acabaron las ilusiones que con el disfraz de «esperanzas» animaron los artículos de este periódico. Por honestidad intelectual les debo a los lectores una explicación.

Durante casi quince años creí que dando razones e invocando la conciencia moral de los lectores que, a su vez, comunicarían a sus amigos estas ideas, podríamos recuperar la Argentina con un gran esfuerzo, pero en una acción factible.  Ahora debo reconocer, con dolor, que todo eso era una ilusión. No abandonaré esa ilusión pero al menos quiero que los lectores sepan que es nada más que eso, aunque siga insistiendo en lo mismo porque, a pesar de todo, los milagros existen y eso no es una ilusión.

Las perspectivas para el país, al día de la fecha, son negras, siempre dejando a salvo la posibilidad de un milagro que no veo por qué Dios habrá de regalarle a un pueblo de apóstatas que Le insulta todos los días de mil maneras.  Deberemos vivir de aquí en adelante como hasta ahora, pero peor, dejando de lado la ilusión de lo que podría haber ocurrido si hubiéramos sido como debemos ser. Todo lo bueno que queremos para nuestra Patria ha pasado a la categoría de sueños irrealizables. Le digo cuales serán, en cambio, las realidades en las que deberemos subsistir como podamos, «hasta que venga algún criollo / en esta tierra a mandar», como dice Martín Fierro:

1.- La doctrina católica será cada vez menos conocida y reemplazada por la herejía modernista-progresista a la que adhiere casi todo el clero y que los católicos absorben, algunos con fanatismo y otros con indiferencia de semi-apóstatas. Con eso, las gracias y el auxilio divino se irán retirando y el poder del demonio, aumentando, junto con el de las «fuerzas secretas» que controlan el mundo.

2.- Los peores, los más torpes, los más inmorales, los más cobardes, los más injustos tendrán siempre el gobierno y el poder en todos los ámbitos de la vida, inclusive el eclesiástico (que no debe confundirse con la Iglesia, Cuerpo Místico de Nuestro Señor Jesucristo, que siempre será santa). Los buenos y los más capaces no tendrán nunca poder. Al revés: deberán cuidarse para no ser aplastados por quienes lo tienen.

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3.- Los políticos seguirán robando desde el poder y cuanto más se enriquezcan, mayores serán sus posibilidades de quedar impunes porque pueden comprar a la prensa y a los jueces.

4. La inseguridad pública irá «in crescendo» porque los ladrones son miles y tienen 40.000.000 de víctimas potenciales desarmadas para elegir en una infinidad de circunstancias. Sacar del anonimato a un delincuente y apresarlo será cada vez más difícil porque habrá cada vez más «aguantaderos» a su disposición (las «villas miseria», algunas de las cuales de miseria tienen poco), y son cada vez más los Policías que se tientan de «redondear» sus sueldos con esa clase de actividades y cada vez menos los que se toman en serio su obligación de buscar y detener a los malhechores.

5. Los jueces serán burócratas bien pagados sin amor a la Justicia y dictarán sus sentencias tarde mal y nunca  (o se las darán a otro para que las escriba) según su capricho o sus intereses o sus inquinas personales o ideológicas. Ser abogado será una actividad reservada a los amigos del poder o para los perdedores sin clientes.

6.- La plebe será cada día más insolente y poderosa, se atreverá a todo sin que nadie ose nada contra ella porque son muchos y desprecian toda ley humana y divina. No confundir «plebe» con «pobres». La plebe no son los pobres. La plebe es la multitud de los salvajes-ciudadanos que los políticos adulan. Los pobres son gente honrada que trabaja y quiere a su familia. Los políticos los desprecian, los sindicalistas los roban, los gobiernos los cargan de obligaciones y les quitan sus derechos por la simple vía de interponerles una burocracia lenta, cara e ineficiente. Los hospitales los atienden tarde, mal y nunca y los «trabajadores de la salud» los maltratan ignorando su dolor a veces hasta dejarlos morir por indiferencia y haciéndoles sufrir esperas interminables para ser atendidos. Esos «trabajadores de la salud» después se presentan como víctimas cuando alguna de sus víctimas se queja de manera airada y le pega a alguno un par de golpes. Entonces hacen huelgas dejando a los enfermos abandonados.

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El Papa insiste continuamente en su amor a los pobres. Sería más útil para ellos que se ocupara en reparar efectivamente estas carencias, postergaciones y vejámenes que sufren todos los días. Una palabra de este Papa mediático sería suficiente para impedir que se gasten miles de millones en un salón de exposiciones de homenaje a Kirchner, adefesio que ofende la noble arquitectura del  ex-Palacio de Correos, y que se usen en cambio en mejorar los Hospitales.

7.-Los jóvenes no tendrán ideales sino afán de placeres, honestos o deshonestos, y de «hacer carrera».

8.- Los militares serán burócratas armados, sin amor a la Patria y sin honor.

9.- Los maricones serán cada vez más imponentes y descarados. Obligarán a todos a rendirles tributo y hasta más que eso.

10.- La familia basada en el matrimonio sacramental irá desapareciendo substituida por la «convivencia en pareja» fácilmente soluble.  Los hijos que sobrevivan al aborto creciente, quedarán abandonados, víctimas de la concupiscencia sin freno de sus padres.

11.- Los únicos escritores que podrán publicar sus libros y sus artículos en editoriales y diarios que lleguen al gran público serán los izquierdistas, preferentemente los pornográficos y los oficialistas. La gente leerá lo que los corruptores quieran que lean. A los escritores de buenas ideas y respetuosos de la moral ninguno de los editores de libros y diarios les publicará cosa alguna, ni las cadenas de distribución repartirán en librerías o kioscos lo que ellos editen a su costo. O sea, no existirán. Los potenciales lectores «buenos» harán su parte ignorando a esos escritores como si no existieran, con lo cual la «cultura» nacional será cada vez más una anticultura estupefaciente y degenerativa.

Creo que con eso basta para darse una idea de la «argentina» que nos hemos fabricado. ¿Podremos salir algún día de esta antesala del infierno? Puede ser, siempre y cuando Dios quiera rescatarnos derramando gracias extraordinarias sobre nosotros y a nosotros no se nos dé la gana despreciarlas.

Entretanto, esta es y será nuestra «circunstancia» -como diría el ateo Ortega y Gasset-, antes y después del próximo cambio de figuritas presidenciales. Eso quisimos y queremos, y eso tendremos.