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El default argentino: jugando política con los tribunales de Estados Unidos y Wall Street – Por Alejandro Chafuén

Frecuentemente, los políticos en el poder culpan a países extranjeros por los males de su país. El gobierno argentino es un ejemplo estelar de esta estrategia.

Hasta la llegada del peronismo, Argentina fue una de las estrellas más brillantes entre todas las naciones amantes de la libertad.

Ahora es una estrella de los estados en default. Argentina no era un país perfecto, pero era una de las 10 naciones más ricas del mundo. Gracias a tanta promesa y oportunidad, los europeos acudieron en masa a este país sudamericano. Esto ya no sucede. ¡Qué cambio! Enamorado con el nacionalismo y el populismo, la Argentina ha caído en el ranking mundial económico durante la mayor parte de los últimos 75 años.
La estrategia nacionalista implementada por los peronistas y los aspirantes al peronismo jugó un papel importante en la decadencia argentina. Tal vez el mejor ejemplo es la primera elección que llevó a Perón al poder. Casi nadie recuerda el nombre del candidato presidencial que compitió contra Juan Domingo Perón en 1945. Todo el mundo, sin embargo, recuerda el lema “Braden o Perón”. Spruille Braden era el embajador de Estados Unidos quien, alarmado por las similitudes y la colaboración del peronismo con el fascismo, criticó abiertamente al peronismo cuando este todavía estaba en su infancia. Representar a Braden como un entrometido extranjero en una época en que los movimientos nacionalistas eran fuertes en todo el mundo, especialmente en Argentina, permitió a los peronistas utilizar este lema como un símbolo del imperialismo. No es que las acusaciones de Braden fueran incorrectas. Argentina continuó colaborando no sólo con los fascistas, sino también con los nacional socialistas. Nací en Argentina, y durante mi infancia Joseph Mengele, el “ángel de la muerte”, vivía a tres casas de la mía, protegido por el aparato de inteligencia peronista.
Frecuentemente, los políticos en el poder culpan a países extranjeros por los males de su país. El gobierno argentino es un ejemplo estelar de esta estrategia. Hace alrededor de un mes, la Corte Suprema de Estados Unidos se rehusó a escuchar el fallo del juez del Distrito de Nueva York, Thomas Griesa, exigiendo el pago de la deuda a los tenedores de bonos que no aceptaron las condiciones ofrecidas en liquidaciones parciales anteriores (los “holdouts”). El gobierno argentino vio el fallo de la Corte Suprema como una oportunidad política.
En una entrevista reciente en Panampost.com, Ricardo López Murphy, presidente del think tank RELIAL y un destacado economista que se desempeñó como Ministro de Defensa de Argentina, declaró que su país “ha logrado dos hazañas increíbles: ha protagonizado el mayor default en la historia y el default más pequeño en la historia. En 2002, tuvimos un incumplimiento masivo, y tuvimos un problema grave con la deuda, con condiciones externas adversas. Ahora tenemos buenas condiciones y una pequeña deuda”.
En relación al PBI, la deuda Argentina es inferior a 50 por ciento y los pagos de intereses de la misma representan sólo el 1 por ciento del PBI. Sería difícil encontrar a un gobierno que elija sufrir las dificultades de un default bajo condiciones tan favorables. López Murphy continúa diciendo “que el gobierno argentino ha subestimado este problema, y ha recurrido a la retórica barata dirigida para el consumo local, en vez de resolver el problema. No creo que perciben costo del default de la misma manera como lo hago yo, con inmensos costos para Argentina”. El “consumo local” se refiere a los mercados políticos, no a los mercados económicos.
En su columna más reciente, Andrés Oppenheimer coincide con López Murphy en que el gobierno de Argentina maneja este tema con “típica arrogancia e incompetencia”, pero luego afirma que “la opinión de Griesa puede tener consecuencias internacionales negativas que trascienden este caso”. ¿Cómo puede ser, pregunta Oppenheimer, que una pequeña parte de los tenedores de bonos (el 7 por ciento en este caso) pueda impedir que la mayoría alcance un acuerdo con el gobierno? La clave está en los detalles y para dar una opinión educada, como requisito mínimo uno debe consultar a los gobernantes y a los varios tratados legales.

López Murphy opina que “nadie debe hablar sin un abogado a su lado”.
Pero lo que es una consecuencia negativa para Oppenheimer es realmente un impacto negativo para los gobiernos que derrochan sus recursos e intentan renegar sus contratos. Las resoluciones del juez Griesa y la Corte Suprema de Estados Unidos están basadas en leyes vigentes. Para ellos, el caso es claro, la Argentina tiene que pagar.

Estos fallos están basados en la ley, y no en juegos políticos y manipulaciones de agentes gubernamentales, acostumbrados a presionar a los tribunales.
En una columna anterior pronostiqué que este caso debería crear una mejora en el marco jurídico que rige la deuda entre los gobiernos y los inversores privados. Es evidente que lo que está dirigiendo la posición del gobierno argentino no es la economía sino la política. Se preocupan poco sobre las implicaciones internacionales; se preocupan por el poder, los votos y los resultados políticos locales. Si pueden enmarcar las discusiones actuales como un nuevo “Braden o Perón”, y la narrativa como “el gobierno argentino defiende sus intereses y soberanía frente a los jueces peones de Wall Street”, se convencerán de que tienen una estrategia ganadora. El pueblo argentino no está acostumbrado a jueces independientes, por lo tanto será fácil vender esta historia.
Sin embargo, como la oposición argentina no tiene un líder, o un partido nacional que pueda ser identificado con el juez Griesa, una campaña mediática de “Argentina frente a Griesa” o “Argentina frente a los buitres” tendrá un efecto temporal pero no logrará tener el mismo impacto que tuvo “Braden o Perón”. Podría levantar la popularidad de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner y SU FUTURO sucesor, pero sólo hasta que se comience a sentir el impacto económico del default.
Jugar y ganar partidos políticos es muy diferente que trabajar para ayudar a construir economías prósperas modernas.

Argentina ha desperdiciado muchas ventajas en el pasado y su actual gobierno parece decidido a perder aún más tiempo y recursos con el fin de prolongar su estancia en el poder. Esta vez, nadie llora por Argentina.
Este artículo fue publicado originalmente en inglés en Forbes el 6 de agosto de 2014. Republicado en USA Hispanic con autorización explícita de su autor. Traducido al español por Jack McDowell.

Fuente: www.eldiarioexterior.com

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