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Prensa Republicana

Con las ideas derechas

El comunista Castillo, en la cuerda floja: pierde ministros y se queda sin aliados en Perú. Por Rodrigo Saldarriaga

Si hasta hace una semana cualquier pedido de vacancia por parte de la oposición era inmediatamente tildada de “golpista”, “fascista” y “racista” por la prensa y opinólogos adictos al desgobierno de Pedro Castillo, hoy la misma izquierda progre que lo llevó al poder y le ofreció sus cuadros para ocupar carteras ministeriales le da la espalda y discute su posible destitución, incluso exigiéndole su renuncia a la presidencia.

Pedro Castillo, el hombre que no para de repetir la palabra “pueblo” en sus arengas por falta de argumentos e ideas claras, el falso valor que construyó la izquierda progre y su maquinaria propagandística para venderlo como un campesino humilde que debía vencer al “monstruo” fujimorista y a la derecha, ha desgastado en seis meses el poco capital político que tenía y camina a la picota sin ninguna señal de recuperación.

Con la renuncia de su ministro del Interior, Avelino Guillén, a la que sucedió la de su premier, la antiminera y frenteamplista Mirtha Vásquez, Castillo prácticamente ha cometido suicidio político tras varios intentos en que solo se disparó a los pies, aunque de a pocos se ha ido hiriendo y desangrando por torpe y sinvergüenza.

El Perú no se puede manejar como un sindicato, debe olvidarse de eso, ya no estamos en campaña electoral. Tenemos enormes retos que asumir (…). Al Gobierno le falta definir un rumbo, qué es lo que quieres hacer”, dijo a Epicentro TV el renunciante Avelino Guillén, quien abandonó el cargo tras no sentirse respaldado por Castillo en una disputa con el entonces director de la Policía Nacional del Perú (PNP), el general Javier Gallardo, quien terminó siendo dado de baja este lunes 31 de enero.

Castillo ha ignorado todos estos meses los favores que debía retornar a cambio del apoyo que recibió para ganarle en segunda vuelta a la odiada y “peligrosísima” Keiko Fujimori -peligrosa para los intereses de la izquierda que gobierna tras bambalinas desde 2011-, perdiendo inicialmente el respaldo del partido que lo llevó a la presidencia, la agrupación marxista leninista Perú Libre -plagada de imputados por numerosos presuntos delitos, incluidos lavado de activos y apología al terrorismo-, y ahora de quienes han sido sus verdaderos escuderos y tutores: la prensa, la academia y los operadores políticos liberales progresistas y de izquierda que intentaron edulcorar la imagen de Castillo, aun cuando este fue vinculado a grupos subversivos como Sendero Luminoso.

“Señor presidente Pedro Castillo, una renuncia sería un gesto patriótico. Y luego tendrían que seguir unas elecciones limpias y con mejores candidatos, mejor inteligencia ciudadana porque el Perú es, en estos momentos, una desdicha”, dijo este lunes el periodista César Hildebrandt, antifujimorista acérrimo y un nostálgico de la dictadura militar de Juan Velasco Alvarado, peón de la Unión Soviética.

Hace tan solo dos semanas, Hildebrandt acudió a Palacio de Gobierno a entrevistar amistosamente a Pedro Castillo. Previamente, durante la primera vuelta electoral, no dudó en maltratar al ahora presidente -y también al candidato Ciro Gálvez, que terminó integrando brevemente el gobierno de Castillo-, calificando su candidatura como “izquierda aldeana” y “folclórica”.

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Nuevo Perú: la izquierda que no gana elecciones, pero exige cuota de poder

A Castillo todavía le queda el respaldo (si es que así puede llamársele) de Nuevo Perú, el movimiento liderado por la excandidata presidencial Verónika Mendoza -vinculada a Podemos y Pablo Iglesias-, cuyo ínfimo 7.8% de votos en las Elecciones Generales 2021 le hace creer que tiene el derecho a cogobernar el Perú solo por haberse sumado oportunamente a la facción ganadora en la segunda vuelta.

Mendoza, defensora del aborto libre, el feminismo y los denominados “derechos LGTB”-incluyó entre sus candidatos al Congreso a un transexual-, no dudó en traicionar su agenda progresista para apoyar a Castillo, un hombre de familia evangélica que no dudó en afirmar, respecto a la identidad de género, que es una actitud “que tenemos que echar a la basura”.

A pesar de todo, Mendoza, que ya se candidateó en 2016 a la presidencia y quedó en tercer lugar, se aferra a la única cuota de poder que disfruta sin haber ganado una elección -controlaba hasta el martes el Ministerio de Economía con Pedro Francke y el Ministerio de la Mujer con Anahí Durand-, y ya se ha pronunciado contra el “golpismo” de la derecha y el “centro”, que buscan destituir a Castillo por las graves acusaciones de corrupción que le salpican por doquier.

“De ninguna manera nos sumaremos al golpismo de la derecha ahora secundado por sectores de «centro». Nos costó mucho recuperar la democracia y ahora debemos cuidarla nos gusten o no los gobernantes de turno”, tuiteó la lideresa de Nuevo Perú, movimiento al que el Jurado Nacional de Elecciones denegó su inscripción como partido al no cumplir con el número mínimo de comités partidarios que exige la Ley de Organizaciones Políticas (LOP).

El ‘centro’ golpista

Cuando Verónika Mendoza alude al “centro” como la fuerza política que secunda a la derecha en sus intentos por destituir a Castillo, no se refiere a otro sino al Partido Morado (PM), que se ha definido desde su aparición como de “centro republicano”, si bien resulta bastante funcional a la izquierda por compartir la misma agenda globalista: ideología de género y aborto.

El PM, que gobernó el Perú entre noviembre de 2020 y julio de 2021 tras hacerse con el poder oportunamente en medio de las protestas ciudadanas -que azuzó desde las calles y redes sociales- contra el presidente Manuel Merino, tiene una presencia mínima en el parlamento peruano, apenas tres integrantes, pero ha demostrado habilidad en el juego político siendo lo que es: un partido de cuadros, no de masas. Tampoco es que necesite serlo, pues con solo cinco congresistas logró colocar a Francisco Sagasti en el Ejecutivo.

El votante del PM está concentrado mayormente en Lima metropolitana y las clases medias “ilustradas”, es decir, con estudios universitarios. El objetivo de esta organización, aunque por ratos parece ambiguo -como su fundador, el inefable Julio Guzmán-, está concentrado en impulsar proyectos de ley dedicados a controlar la narrativa en la educación peruana, tanto básica como superior, y de vez en cuando, presentar estupideces como la iniciativa legislativa para “garantizar el bienestar de las gallinas ponedoras”.

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A pesar de su perfil buenista y su apoyo inicial a Castillo, el PM ha sacado las garras con un proyecto de reforma constitucional que busca que el presidente de la República pueda ser acusado, durante su función, por delitos como organización criminal y corrupción de funcionarios.

La iniciativa, que lleva las firmas de los tres legisladores del grupo, Edward Málaga-Trillo, Susel Paredes y Flor Pablo, propone que el artículo 117 de la Constitución Política sea modificado, pues a la fecha solo contempla que el jefe de Estado pueda ser acusado, durante su período, por traición a la patria, impedir las elecciones presidenciales, parlamentarias, regionales o municipales; por disolver el Congreso -salvo en los casos previstos en el artículo 134 de la Constitución- y por impedir su reunión o funcionamiento, o los del Jurado Nacional.

“No opino igual [que quienes piden la renuncia del presidente] porque creo que hay que hacer cosas según el derecho, tenemos que buscar una forma jurídica para sacarlo. Eso no es lo mismo que pedir la renuncia, tiene que haber un debido proceso. Para consolidar la democracia se necesita que la constitución no nos obligue a vacar o a esperar que el presidente termine su mandato, si el Congreso quiere, lo puede aprobar la iniciativa que estamos presentando para que el presidente pueda ser destituido por delitos contra el Estado”, advirtió en declaraciones a RPP la congresista morada Susel Paredes.

El golpe de gracia contra Castillo no vendrá desde la “ultraderecha golpista”, como se cree, sino de sus propias filas, que nunca lo fueron, pues solo estuvieron arrendadas. Pronto, sus aduladores, un montón de mediocres que no pueden sustentar sus cargos sino por ser amigos y paisanos del presidente, también lo abandonarán.

La vicepresidenta, Dina Boluarte -que se reunió en Lima con Juan Carlos Monedero, fundador de Podemos-, sería la sucesora constitucional de Castillo si este último renuncia o es destituido por el Congreso. Y aunque aseguró, ante el intento de vacancia que impulsó la oposición en diciembre, que “si al presidente lo vacan yo me voy con él”, quien sabe si esta vez, como manda la tradición política más salvaje, es quien da la estocada por la espalda.

Por su parte, la “Coordinadora Republicana”, que agrupa a juristas y políticos peruanos como Fernán Altuve, Lourdes Flores, Hugo Guerra y Francisco Tudela también ha hecho pública su decisión de emprender una denuncia constitucional contra Castillo por “traición a la Patria”.

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