Vie. Mar 29th, 2024

Prensa Republicana

Con las ideas derechas

¿Son contrarios los límites y la tradición a permitiros vivir en libertad plena? Por Juan Etchebarne Gainza

En los tiempos que corren solemos escuchar cotidianamente, a modo de mantras o letanías, tanto “metamensajes” en los avisos comerciales como “leitmotivs” en la sonora música del rock y el pop, los cuales, subrepticiamente como “prédicas”, no brindan espacio vital para procesar su contenido. Aquellas bombardean nuestros inconscientes haciendo las veces de “extraños”, pese a habernos familiarizado ya con ellas y sus autores, quienes transgreden la intimidad y armonía del Sacro Hogar para inducirnos a desvirtuar “patas para arriba” el saludable orden natural de la ESCALA DE VALORES con la que crecimos e inculcaron nuestros padres, los padres de nuestros padres a ellos y así sucesivamente. Debido a ello los nuevos “pastores” de la grey, las estrellas de rock y los publicistas, nos ofrecen un comunicado “aggiornado” con tono musical y visualmente centellante, cuyo efecto es poderosamente arrollador y de magnética seducción por hacernos vibrar mayor cantidad de sensaciones…ya que como enseña San Agustín de Hipona “el que predica cantando reza dos veces”…solo que en el caso que nos ocupa, al “predicar” en este contrasentido, “se blasfema dos veces”.

Ansina es entonces cómo nos promocionan slogans que a partir de una idea se hacen carne en nuestras vidas, tales como “No cruces tus límites…¡¡rompélos!!” o “transgredí la tradición, seguí caminando” o “¡relajáte! dale para adelante que ¡está todo bien!” o “¡Ey maestros! Déjen a esos niños en paz” para fulminar con un lapidario “abrí tú mente”, dando por un lado la sensación de que “todo es relativo” y por otro de que “todo lo pasado es inservible y potencialmente modificable”. Pero, hete aquí, que concebir que “todo es relativo” es exactamente igual de absolutista y erróneo como sostener que “todo es absoluto”. Y, lamentablemente, siglos de experiencia y civilización demuestran, con sobrado fundamento, que los humanos no somos “todopoderosos” y que NO TODO DÁ LO MISMO ni tampoco está “todo bien”: cuando una persona rompe con un determinado límite o transgrede cierta norma moral, en la toma de esa decisión, queda afectada o modificada su misma esencia, su psiquis y, según la profundidad, puede que hasta manche su propia alma…es decir, que el alentar a tomar cualquier opción que se nos presenta como viable hace que, luego, no podamos volver a ser quienes fuimos, como quien cruza sano por una fogata y sale herido con quemaduras de 1er grado irreversibles. Demostrado de esta manera, lo que en definitiva produce el libertinaje o el libertarismo es que uno experimente situaciones que lo alteran de raíz en su personalidad e identidad de base quedando sin retorno preso y esclavo de sus precarios instintos animales, perdiendo con ello la dimensión humana de su SER e irremediablemente, también, su LIBRE ALBEDRÍO…osea, al fin de cuentas, ¡TÚ Libertad! Por lo tanto, una mala decisión de vida en la juventud es un proceso que nos puede, sí o sí, arrastrar condicionándonos a funestas consecuencias en nuestro futuro devenir…

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En la modernidad ocurre una ruptura drástica con lo pasado y una escisión dramática con nuestros ascendientes familiares…lo que configura una virtual renuncia a la continuidad de la quintaesencia de Occidente y, más grave aún, a la redención Cristiana. De esta manera, el mundo moderno peca de soberbia y vanidad “creyéndose dioses y superadores de la antigüedad”Esta quedará en la historia como “la era que cuestionó hasta lo evidente”. Pues, pareciera ser que, para nuestros contemporáneos, tanto los postulados de la riqueza espiritual, de la certeza natural, de la justicia concebida como en “dar a cada uno lo suyo”, de la equilibrada proporción estética, de la lógica del sentido común, de las Tablas de la Ley y de obras como “La Ciudad de Dios” y la “Suma Teológica” elaborados y cultivados durante centurias y milenios, entre otras varias virtudes más del pensamiento clásico grecorromano y de los dogmas ancestrales judeocristianos, son mera “hojarasca”, pura cosmovisión arcaica y vetusta que nada puede aportar al hombre occidental de hoy. Pero las tradiciones no son caprichosas ni improvisadas, tienen su razón de existir basadas en la sabiduría o en la merecida honra a quienes nos precedieron, están para recordarnos de dónde provenimos y que le debemos respeto a nuestro origen para poder saber adónde debemos llegar, nos brindan contención e identidad. Puesto que el camino de vida de nuestros antiguos, en lo que se refiere a la naturaleza humana universal, es exactamente el mismo que nosotros, como sus deudos, debemos transitar y, asimismo, lo harán quienes nos sucedan. Como así, también, aquellas existen para preservarnos de inminentes males o errores tan actuales y vigentes como los de siglos atrás, ya que a la “traditio” la establecieron sobretodo grandes filósofos, médicos, estadistas, juristas, arquitectos, profetas, druidas alquimistas y teólogos entre otros eruditos.

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El deplorable resultado, indiscutible, de esta “prédica” es un estereotipo de individuo (hombre y mujer) laxo, chirlo, banal, narcisista, inescrupuloso, mundano, amoral, retorcido, materialista, en extremo temerario o cobarde, hedonista, contradictoriamente sensiblero e impío, carente tanto de conciencia de clase y sentido de misión como de don de gente y amor a sigo mismo, incoherente, desubicado, ignorante, vacío, burdo, desaliñado, limitado e insensible, amorfo, desorientado y tentado hacia la trampa de la “diversión” química (drogas y alcohol) o de la “estética” sadomasoquista (tatuajes y piercings) para “sentir” corporalmente algo, puesto que lo sencillo y natural no le hace mella o no le es suficiente, o, asimismo, sentirse en la “necesidad” inducida de pertenecer e integrarse, o entregarse en el peor de los casos, a una “subcultura tribal” involucionada, decadente y mediocre…a consecuencia de haberse olvidado de la cual provenía y debiera aquél expresar. Todo lo contrario a la evolución de sus antecesores, quienes fueron rocas de temple y solidez, dignos de emulación e inequívoca expresión de su exquisita cultura. ¡Señoras y Señores! Hay cosas, modos y elementos que son y seguirán siendo por toda la eternidad, no se engañen con anuncios rimbombantes, luces y sonidos decorativos…para terminar en las últimas desbarrancando en la descendente oscuridad primitiva de instintos animalizados e inmersos dentro del caos social en que estamos, sin dudas, coexistiendo gracias a claudicar de nuestras raíces.

Ha llegado la hora de cortar con la joda y el relajo…disciplinarse…ordena cuerpo, mente y espíritu (cada quién sabrá a qué me refiero), ese sí que debiera encarnarse como slogan. Pues, es que solo en la medida en que adquiramos total conciencia de autopreservación de nuestra integridad física, psíquica y espiritual, al abrazar y elevar las VIRTUDES MORALES CLÁSICAS, podremos alcanzar la AUTÉNTICA LIBERTAD plenificadora de nuestra DIGNIDAD DE SER…de nuestra ALMA PURA, la cual nos guíe rumbo al BIEN intrínseco e inmutable que ¡¡enaltece a la naturaleza humana!!