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Consecuencias del 18F en Argentina – Por Rosendo Fraga

La marcha del 18F es la tercera gran movilización opositora que enfrenta Cristina en mas de 7 años de gobierno y de hecho articuló un amplio bloque opositor. Las protestas del campo en 2008 y las de las redes sociales en 2012 y comienzos de 2013 precedieron las dos derrotas electorales que ha tenido el Kirchnerismo en casi 12 años de gobierno, sufridas en las legislativas de 2009 y 2013, y puede ahora el 18F preceder a una derrota en las presidenciales. También es cierto que en las dos experiencias anteriores la movilización no se sostuvo en el tiempo. Pero ahora la cuestión es si sus efectos llegarán a las PASO, que tendrán lugar en seis meses, y a las presidenciales, que se realizan dentro de ocho. Socialmente, la marcha fue un «catalizador» de reclamos y frustraciones de distinto tipo que subyacen en la sociedad argentina, pero ha instalado con fuerza el reclamo institucional, precipitado por la denuncia y la muerte del fiscal Nisman. Si bien fue encabezada por sus familiares y nueve fiscales, convergieron en ella todos los candidatos presidenciales de la oposición, la mayor parte de las entidades empresarias, las centrales sindicales opositoras peronistas, las entidades judías, la Comisión de Justicia y Paz del Episcopado y tuvieron el apoyo de los medios de comunicación críticos al gobierno. La fuerte condena y descalificación de la convocatoria que hizo el gobierno terminó de darle un efecto negativo y permitió a la oposición articular un amplio bloque de hecho.

Los efectos judiciales y políticos fueron adversos para el gobierno y se hicieron sentir en forma inmediata en las 48 horas posteriores a la marcha. En la oposición, Massa decidió sumarse a la alianza opositora en Mendoza, que ahora reúne a la UCR, Macri, Massa y el Partido Demócrata de esta provincia, generando la primera coalición opositora que reúne a los dos principales candidatos de la oposición. En el sindicalismo, Moyano salió de su repliegue y reunió a su partido político esta semana en el Luna Park, al mismo tiempo que los 25 gremios del transporte convocaron un paro para el 31 de marzo contra el cobro del impuesto a las ganancias en los salarios y el acuerdo marco con China, que sería apoyado por las tres centrales sindicales peronistas. En el conflicto con los medios, un fallo de segunda instancia confirmó el freno a la adecuación de hecho del grupo Clarín, dispuesta por el AFSCA. El Presidente de la Conferencia Episcopal Argentina (Arancedo) reclamó una «justicia independiente». Un fallo judicial confirmó al Juez Bonadío a cargo de la causa Hotesur que amenaza a los Kirchner; otro confirmó el segundo procesamiento del Vicepresidente Amado Boudou, esta vez en la causa Ciccone, la de mayor impacto político; y un último fallo citó a indagatoria a la Procuradora General de Tesoro (Abbona), alineada con el oficialismo. A ello se sumó el fin de semana la detención en Mendoza de un «testaferro» del Vicepresidente (Vanderbroele), a pedido de la justicia uruguaya por un causa de lavado de dinero. No cabe duda que el gobierno está más débil hoy que antes del 18F.

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Pero el oficialismo responde «redoblando la apuesta», como es su característica política esencial, frente a conflictos, derrotas o amenazas. Lo hizo la misma Presidenta por escrito el sábado 21, al decir que en la marcha había recibido su bautismo «el partido judicial opositor y destituyente» y acusando a los fiscales de «desestabilizar al Ejecutivo». Desde el oficialismo también se dijo que quienes participaron en la «marcha de los paraguas» son los mismos que antes «golpeaban las puertas de los cuarteles». En el terreno operativo, la respuesta del gobierno siguió el lunes 23 en el Gran Buenos Aires con el discurso en el cual Cristina Kirchner inauguró un hospital en Berazategui, y el miércoles 25, cuando probablemente la Cámara de Diputados dé sanción definitiva al acuerdo marco con China y a la reforma del servicio de inteligencia, demostrando que pese a todo mantiene la mayoría en las dos cámaras del Congreso. La secuencia siguiente del contraataque tendrá lugar el domingo 1 de marzo, mediante el discurso con el cual la Presidenta inaugurará las sesiones ordinarias del Congreso, y la «contramarcha» que está convocando el Kirchnerismo para ese día, bajo la consigna de «Todos con Cristina. La democracia no se imputa». Cabe recordar que pese al estado de opinión adverso al gobierno en estos días, ningún gobernador, intendente, legislador, sindicalista o empresario alineado con el oficialismo cambió de posición por el 18F. El abrazo de Scioli con Cristina el mismo día del acto en Zárate es una evidencia elocuente de ello.

Pero el caso Nisman seguirá en el centro de la escena en los próximos días, complicando y no ayudando al gobierno. El nuevo equipo de fiscales que reemplaza al ex fiscal en la causa AMIA -2 de los 4 son de Justicia Legítima- anticipó que investigará la «pista siria», algo que de hecho implica plantear una acusación alternativa a la de Irán; el Juez Rafecas debe decidir si da curso o no a la imputación a la Presidenta y los demás acusados realizada por el fiscal Pollicita; en la causa que investiga la muerte de Nisman se van sumando más interrogantes que certezas, pero cada día se hace más difícil sostener la tesis inicial del oficialismo de que fue un suicidio. Mientras el Canciller uruguayo (Almagro) pidió la semana pasada públicamente a Irán e Israel que no diriman su conflicto en el territorio de su país, el ministro de Relaciones Exteriores argentino envió respectivas notas a sus pares de EEUU e Israel el día antes de la marcha, exigiendo «que no utilicen su país como lugar para sus enfrentamientos» y que cesen sus «operaciones de inteligencia» en el mismo. Mientras para el gobierno uruguayo hay dos partes en conflicto, el argentino acusa a sólo una (EEUU e Israel) de operar en su territorio. El gobierno argentino avanza en crear un enemigo externo para vincularlo a los planes de «desestabilización» que denuncia. Tanto Washington como Teherán respondieron negativamente ante el reclamo argentino para que el tema AMIA estuviera en las negociaciones de ambos gobiernos sobre la cuestión  nuclear.

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En conclusión: el 18F ha sido la tercera movilización opositora que ha enfrentado Cristina en más de 7 años de gobierno y permitió de hecho la articulación de un bloque opositor amplio; sus efectos fueron inmediatos: tuvieron lugar varios fallos judiciales importantes adversos al gobierno, en la oposición se registraron señales de unidad y el sindicalismo opositor retomó la iniciativa; el gobierno reaccionó de acuerdo a su constante, denunciando a la marcha como parte de un intento de desestabilización para lograr un golpe de estado, sin que nadie del oficialismo se sumara al 18F; por último, en el plano internacional el gobierno va construyendo un “enemigo externo” para esta supuesta conspiración, en la cual ubica a EEUU, Israel y sus respectivos servicios de inteligencia.

Fuente: http://www.nuevamayoria.com/