Vie. Abr 19th, 2024

Prensa Republicana

Con las ideas derechas

And now what? – Por Ernesto Bobek Cáceres

Ante la situación a que nos han llevado 11 años de populismo seudo progresista, la famosa pregunta que se formulaba en la reconocida propaganda del pegamento epoxi de la gotita no tiene respuesta.

La crítica situación provocada desde un gobierno corrupto, inepto y autoritario deja al país al borde del abismo. El acto en que se inauguraban 7 formaciones de trenes, mostró a una primara mandataria alegre y festiva por demás considerando que la obligada renovación de material rodante fue producto de hechos de corrupción que culminaron luego de la más nefasta ausencia de controles por parte del Estado en el ferricidio de Once.

No obstante la presidente habló en un lenguaje tan coloquial que la hizo tropezar con un exabrupto que a ella misma la dejó sin palabras por un largo e incómodo instante. Leyendo diariamente a su vocero Coqui Capitanich -escucharlo ya es un castigo- se nota la jactancia oficialista y un permanente regodeo en éxitos y triunfos inexistentes. La realidad pasa muy lejos de donde viven nuestros gobernantes. Parafraseando otra publicidad, para ellos la realidad “ni se ve ni se siente”. Los que la ven y la sienten son los 40 millones que dicen representar y a quienes les han esquilmado hasta la esperanza.

Tan solo para hacer memoria, el grueso de la deuda externa del país fue contraída por gobiernos peronistas. Sin entrar a debatir la necesidad de endeudarse en distintos momentos de la historia, sería positivo que este gobierno que se dice peronista al menos no complicara innecesariamente la situación financiera del país más de lo que ya está.

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Hay un par de puntos clave en el tema de los holdouts: 1) Si la deuda es legítima. 2) La operatividad de la cláusula RUFO.

Respecto al primer punto, la deuda es real. No solo la de los holdouts. Toda era legítima y real; también la que se “reestructuró”. Debemos entender que la reestructuración de la deuda consistió en un enorme corte de manga a la comunidad internacional por la cual del total de la deuda nos comprometimos a pagar mucho menos de la mitad y a lo largo de muchos años. Increíblemente, más del 92 % de los acreedores aceptó ante la posibilidad de no cobrar un centavo. Y el gobierno habla de la reestructuración como si hubieran encontrado el remedio contra el cáncer y el sida mediante la ingesta de una gota de medicina.

La cláusula RUFO (Rights Upon Future Offers), significa que si Argentina ofrece a otros acreedores mejores condiciones que las aceptadas por los reestructurados, éstos se harían acreedores a igual trato. Claro, ello elevaría sensiblemente la deuda externa. Según reconocidos expertos las posibilidades de aplicación de la cláusula son remotas, ya que Argentina no está ofreciendo nada a los holdouts, sino que debe cumplir imperativamente un fallo de un tribunal cuya competencia fue fijada por nuestro país.

La posible tragedia de la que muchos no quieren tomar nota, es que estamos a días de entrar en un default de consecuencias imprevisibles. El único motivo que Argentina podría argüir para no pagar a los holdouts es porque no tiene los mil trecientos millones de dólares. Pero los representantes de los acreedores ya adelantaron que aceptarían bonos tal como lo hicieron Repsol y el Club de París.

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Cristina y su séquito jugaron a la ruleta rusa con todas las balas cuando sentenciaron que no pagarían a los holdouts hasta 2015. La última esperanza oficial era que el juez Griesa modificara su fallo confirmado para conceder el “stay” y permitir que se pague a los acreedores reestructurados antes que a los holdouts. Si lo lograban, hablarían hasta el fin de sus días del triunfo sobre los buitres, el capitalismo, las corporaciones y el stablishment internacional.

En un país con independencia de poderes -algo que no puede reconocer el “populismo progre”- con fallo de primera instancia, confirmado por la cámara, y habiendo rechazado la Corte a avocarse al tema, lo único negociable es la forma de pago y no el pago en sí.

El gobierno argentino sigue confundiendo patriotismo con patoterismo mafioso. El costo puede ser terrible. Queda elevar una oración para que prime la cordura, y se negocie una salida decorosa, aún cuando implique pasarle a quien asuma luego de 2016 los destinos del país. Ya sabemos que este gobierno no se hará responsable de la crisis por ellos provocada.